Defensores de la Justicia



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Justicia, dos amigos muy curiosos y valientes: Lia y Francisco. Desde que eran chicos, les encantaba resolver problemas y ayudar a los demás.

Un día, mientras jugaban a ser abogados en el patio de la escuela, Lia dijo emocionada:- ¡Francisco, ¿qué te parece si estudiamos para ser abogados de verdad cuando seamos grandes? ! Francisco se iluminó con la idea y respondió entusiasmado:- ¡Sí! Seremos los mejores abogados de todo el pueblo, ayudaremos a quienes lo necesiten y lucharemos por la justicia.

Desde ese momento, Lia y Francisco se propusieron trabajar duro en la escuela para lograr su sueño de convertirse en abogados. Se ayudaban mutuamente con las tareas difíciles y estudiaban juntos para los exámenes.

Un día, el alcalde del pueblo llegó a la escuela con una petición especial. Había un problema grande en Villa Justicia: un terreno que pertenecía a una anciana estaba siendo reclamado injustamente por otra persona.

La anciana no tenía dinero para contratar un abogado y defender su caso. Lia y Francisco vieron en esta situación la oportunidad perfecta para poner en práctica sus habilidades como futuros abogados.

Se acercaron al alcalde y le dijeron decididos:- ¡Nosotros defenderemos el caso de la anciana! No permitiremos que le quiten lo que es suyo. El alcalde aceptó sorprendido por la valentía de los niños e hizo todos los arreglos necesarios para que pudieran representar a la anciana en el juicio.

Lia preparó minuciosamente todos los documentos legales mientras Francisco practicaba su discurso frente al espejo una y otra vez. Llegó el día del juicio y, ante la mirada expectante de todo el pueblo, Lia y Francisco defendieron con pasión el caso de la anciana.

Argumentaron con claridad, presentaron pruebas contundentes y no se dejaron intimidar por el otro abogado. Finalmente, gracias al trabajo duro y dedicación de Lia y Francisco, lograron ganar el caso a favor de la anciana.

El pueblo entero aplaudió emocionado mientras ellos se abrazaban felices por haber hecho justicia. Desde ese día, Lia y Francisco se convirtieron en héroes locales.

Muchos otros empezaron a acudir a ellos en busca de ayuda legal, demostrando que nunca es demasiado pronto para seguir tus sueños y hacer lo correcto. Y así, Lia y Francisco siguieron estudiando con determinación para convertirse en grandes abogados que siempre estarían del lado de aquellos que más lo necesitaban en Villa Justicia.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!