Defensores de la Naturaleza
Había una vez, en un hermoso bosque de Argentina, dos niños llamados Ana y Andrés. Eran amantes de la naturaleza y siempre estaban buscando nuevas aventuras.
Un día, decidieron salir a explorar el bosque en busca de un arroyo para refrescarse de la sed. Mientras caminaban por el sendero, admiraron la belleza del cielo azul y el maravilloso colorido del arcoíris que se formaba después de una lluvia reciente.
Pero lo más sorprendente fue cuando llegaron al arroyo y vieron cómo los animales disfrutaban del agua fresca.
Ana señaló emocionada: "-¡Mira Andrés! ¡Una araña tejía su tela entre las ramas de los árboles!"Andrés sonrió y respondió: "-Sí, es increíble cómo estos pequeños seres pueden crear obras tan asombrosas". Continuaron su camino y encontraron a una abeja trabajadora recolectando néctar de las flores cercanas. Ana exclamó: "-¡Qué laboriosa es esa abeja! Sin ella, no tendríamos miel para endulzar nuestras comidas".
Andrés asintió diciendo: "-Es cierto, debemos aprender a valorar a todos los seres vivos que nos rodean". Luego, vieron a un majestuoso águila volando sobre ellos. Ana susurró con admiración: "-¡Mira ese águila! Es símbolo de libertad y fortaleza".
Andrés agregó con entusiasmo: "-Así es Ana, debemos cuidar el medio ambiente para que estas hermosas aves siempre tengan un hogar donde vivir". Finalmente, llegaron al arroyo y se sentaron en la orilla para beber agua fresca.
Mientras bebían, Ana exclamó: "-¡Qué afortunados somos de tener acceso a esta agua tan pura y refrescante!"Andrés asintió y dijo: "-Sí, pero también debemos ser conscientes de no desperdiciarla y cuidarla para que todos puedan disfrutarla". De repente, una rana saltó desde el agua hacia ellos.
Les habló con voz amigable: "-Me alegra ver que valoran la naturaleza y sus recursos. Recuerden que cada pequeña acción cuenta para preservar nuestro entorno".
Ana y Andrés se miraron emocionados y respondieron en coro: "-¡Lo recordaremos siempre!"Desde ese día, los niños aprendieron a apreciar aún más la belleza de la naturaleza y a respetar a todos los seres vivos que comparten el mismo hogar que nosotros.
Cada vez que tomaban agua o veían animales en su camino, recordaban las lecciones aprendidas. Así fue como Ana y Andrés se convirtieron en defensores del medio ambiente, enseñando a otros niños sobre la importancia de cuidar nuestra tierra.
Juntos, lograron crear conciencia sobre el uso responsable del agua y promovieron acciones para proteger la vida silvestre.
Y así, gracias al encuentro con esos maravillosos animales y su amor por la naturaleza, Ana y Andrés dejaron una huella imborrable en el corazón de todos aquellos que escuchaban sus historias inspiradoras.
FIN.