Defensores de la selva
En la densa selva africana vivía un león muy viejo llamado Rufus. A pesar de su edad avanzada, aún conservaba su imponente melena y su mirada fiera.
Rufus había sido el rey de la selva en sus años mozos, pero ahora pasaba sus días descansando bajo la sombra de un árbol, recordando sus glorias pasadas. Un día, mientras Rufus descansaba plácidamente, una pequeña liebre llamada Lola se acercó a él con timidez.
Lola era conocida por todos en la selva por su gran corazón y su espíritu solidario. - ¡Hola, señor león! ¿Cómo se encuentra hoy? -preguntó Lola con una sonrisa amable. Rufus levantó la cabeza sorprendido al escuchar a alguien dirigirse a él con tanta amabilidad.
- ¡Oh, hola pequeña liebre! Estoy bien, gracias por preguntar -respondió Rufus con una voz ronca pero amable. Lola notó que el león lucía cansado y triste, así que decidió hacerle compañía para alegrarlo un poco.
Desde ese día, todos los días visitaba a Rufus para charlar con él y contarle historias sobre las aventuras que vivía en la selva. Con el tiempo, Rufus y Lola se volvieron grandes amigos.
El león disfrutaba escuchando las historias entre risas y asombro mientras Lola se sentía feliz de poder sacarle una sonrisa al viejo león.
Sin embargo, un día llegaron noticias preocupantes a la selva: un grupo de cazadores furtivos estaba rondando la zona en busca de animales para cazarlos ilegalmente. Todos los animales temían por su seguridad y decidieron reunirse para buscar una solución. - ¡Debemos protegernos unos a otros! -exclamó Rufus con determinación-. No permitiremos que esos cazadores nos hagan daño.
Los animales planearon estrategias para protegerse del peligro inminente. Fue entonces cuando Lola tuvo una brillante idea:- ¡Señor león! Usted puede fingir estar débil e incapaz de moverse bien.
Cuando los cazadores lo vean así, pensarán que ya no es peligroso y lo dejarán en paz -propuso entusiasmada. Rufus dudó al principio debido a su orgullo herido; sin embargo, sabía que debían hacer todo lo posible para proteger a los habitantes de la selva.
Finalmente aceptó el plan de Lola y comenzaron a ponerlo en marcha. Los cazadores pronto llegaron a la zona donde vivían los animales y se toparon con el anciano león aparentemente débil e inofensivo bajo un árbol.
Al verlo así, decidieron ignorarlo y continuar buscando presas más jóvenes y fuertes. Gracias al ingenioso plan de Lola y al sacrificio del viejo león Rufus, los animales lograron engañar a los cazadores furtivos y mantenerse seguros en la selva.
A partir de ese día, todos aprendieron que trabajar juntos y ser solidarios podía traer grandes beneficios para todos.
Rufus comprendió que nunca es tarde para aprender nuevas formas de ayudar a los demás gracias a la valiosa amistad con Lola; mientras que ella demostró que incluso siendo pequeños podemos marcar una gran diferencia si actuamos con generosidad hacia quienes nos rodean.
FIN.