Delfina, la bailarina valiente



Había una vez una niña llamada Delfina que amaba bailar. Desde muy pequeña, su sueño era convertirse en bailarina profesional y dedicarse a lo que más le gustaba.

Vivía en un barrio humilde de Buenos Aires y asistía al colegio público de la calle Ferrari. Un día, mientras salía del colegio con sus amigos, escuchó a dos chicas burlándose de ella por querer ser bailarina.

Delfina se sintió triste y desanimada por las palabras hirientes de esas niñas. -¿Por qué te gusta tanto bailar? -preguntó una de ellas con tono sarcástico- ¿No tienes nada mejor que hacer? Delfina no sabía cómo responder, así que simplemente se alejó sin decir nada.

Esa noche, mientras ensayaba sus movimientos de ballet en su casa, recordó las palabras crueles de las niñas y empezó a dudar sobre su pasión por el baile.

Al día siguiente, la maestra les pidió a todos los alumnos del colegio prepararse para un espectáculo escolar en el que cada uno debía mostrar algún talento especial. Delfina decidió presentarse como bailarina y practicó duro para impresionar a todos.

Cuando llegó el día del espectáculo, Delfina subió al escenario con miedo pero decidida a demostrar su talento. Empezaron los acordes musicales y ella comenzó a moverse grácilmente por el escenario mostrando toda su habilidad en la danza clásica.

El público quedó asombrado ante la belleza de sus movimientos y aplaudieron con entusiasmo cuando terminó su actuación. Delfina se sintió feliz y orgullosa de sí misma, sabiendo que había demostrado a todos que el baile era su verdadera pasión.

Después del espectáculo, las mismas niñas que se habían burlado de ella la felicitaron por su talento. Delfina sonrió y les dijo:-El baile es mi sueño y lo seguiré persiguiendo sin importar lo que piensen los demás. Cada uno tiene sus propias pasiones y debemos respetarnos mutuamente.

Desde ese día, Delfina continuó bailando con pasión y perseverancia, convirtiéndose en una bailarina profesional reconocida en todo el mundo. Aprendió que nunca debía dejar que las opiniones negativas de los demás la desanimaran o la hicieran dudar sobre sus sueños.

La moraleja de esta historia es que siempre debemos perseguir nuestros sueños y no permitir que nadie nos haga sentir mal por ello. Todos tenemos habilidades diferentes y debemos aprender a respetarnos mutuamente para lograr nuestras metas juntos.

FIN.

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