Desconectando a Alma


Alma era una niña muy feliz y curiosa. Le gustaba jugar con su teléfono todo el día, ver videos en YouTube, chatear con sus amigos y tomar fotos de todo lo que veía.

Pero su familia no estaba muy contenta con eso ya que Alma se perdía de otros entretenimientos al aire libre.

Un día, mientras Alma estaba jugando con su teléfono en el jardín, su mamá la llamó:- Alma, ¿por qué no sales a jugar afuera? El sol está brillando y hace un día hermoso. - No gracias mamá - respondió Alma sin levantar la vista del teléfono - estoy ocupada ahora mismo. Pero su mamá insistió:- Vamos Alma, sal afuera por un rato.

Te prometo que te divertirás mucho. Alma dudó por un momento pero finalmente decidió hacerle caso a su mamá. Dejó el teléfono sobre la mesa y salió corriendo al jardín.

Allí encontró a su hermanito menor jugando con una pelota y a sus padres armando una parrilla para hacer un asado. Pronto se sumaron algunos vecinos y comenzaron a charlar animadamente mientras disfrutaban del sol y la comida.

Al principio Alma se sentía incómoda sin su teléfono pero luego empezó a disfrutar del ambiente relajado y amigable del jardín. Jugaron al fútbol, hicieron juegos de mesa e incluso cantaron algunas canciones populares. Cuando llegó la noche, todos estaban cansados pero felices después de haber pasado un día maravilloso juntos.

Mientras se preparaba para dormir esa noche, Alma pensaba en lo bien que se había sentido al estar con su familia y amigos, sin necesidad de su teléfono.

A partir de ese día, Alma comenzó a pasar más tiempo afuera y menos tiempo pegada al teléfono. Descubrió que había muchas cosas divertidas para hacer en la vida real y que no era necesario estar conectado todo el tiempo para ser feliz.

Y así, Alma aprendió una valiosa lección: que la tecnología puede ser muy útil e interesante pero no debe reemplazar las relaciones humanas y las experiencias en el mundo real.

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