Descubriendo la Arquitectura
Era una mañana soleada en Palma cuando un grupo de seis amigos, llamados Tomás, Sofía, Lucas, Mariana, Diego y Valeria, se preparaban para una excursión muy especial. Su maestro de arte, el señor García, les había propuesto explorar la arquitectura de la ciudad. Los niños estaban entusiasmados.
"¿Vieron la torre de la catedral? ¡Es gigante!" - exclamó Lucas, mientras saltaba de un lado a otro.
"Sí, y tiene esas enormes vidrieras de colores. ¡Debe ser como un arcoíris dentro!" - respondió Sofía, con los ojos brillantes.
El grupo se reunió en la plaza central, donde el señor García les esperaba con un plano de la ciudad.
"Hoy vamos a ver algunos de los edificios más importantes de Palma. Cada uno de ustedes deberá elegir uno que le guste y al final, haremos una maqueta en grupos sobre ellos" - explicó el maestro.
Los niños empezaron su recorrido. Caminando por las calles empedradas, se sorprendían con cada nuevo descubrimiento. Al ver la catedral, Tomás sentenció:
"¡Eso tiene que ser lo más impresionante que he visto! Es como un castillo de cuento de hadas".
Mariana miraba fascinada la arquitectura modernista del edificio de las tres galletas.
"Son como una obra de arte gigante. Me encantaría vivir allí" - compartió emocionada.
Después de varias horas de exploración, regresaron al colegio, avidados de ideas. Cada uno eligió un edificio para su maqueta. Se dividieron en grupos:
"Lucas, Sofía y yo haremos la catedral" - propuso Valeria.
"Nosotros nos quedamos con el edificio de las galletas" - dijo Mariana, entusiasmada.
Durante la semana, los niños trabajaron duro. Pequeños retazos de cartón, pintura, y tijeras volaban de un lado a otro mientras las maquetas cobraban vida. Sin embargo, un día, Lucas llegó visiblemente preocupado.
"Chicos, perdí mi prototipo de la catedral. Lo olvidé en el parque cuando estábamos jugando" - confesó, con el rostro sombrío.
"No te preocupes, Lucas. Podés rehacerlo. Todos podemos ayudarnos" - le animó Sofía.
Los demás se ofrecieron, y juntos volvieron al parque. Buscando entre risas y pequeños tropezones, encontraron mil motivos para crear algo nuevo. Cuando Lucas vio que sus amigos estaban a su lado, sonrió.
"¡Nunca pensé que perderlo podría llevarnos a hacer algo mejor!" - dijo contento.
Finalmente, llegó el gran día de la presentación. En el aula, los niños colocaron sus maquetas sobre una mesa larga y todos sus compañeros estaban listos para escuchar. Cada grupo se turnó para explicar su trabajo:
"Nosotros elegimos la catedral porque es el símbolo de Palma. Con sus torres y maquetitas, tratamos de reflejar la luz que entra por las vidrieras…" - explicaba Valeria con emoción.
"Y nos inspiramos en las galletas para tener un edificio original que siempre haga sonreír a la gente" - agregó Mariana, mostrando su obra.
Mientras compartían sus experiencias, el maestro García les dijo:
"Lo que más me encanta de su trabajo no son solo las maquetas, sino cómo aprendieron a trabajar en equipo y a ayudar a sus amigos. ¡Esto es lo que realmente importa!" - dijo, orgulloso.
La actividad terminó en risas y aplausos. Pero lo más emocionante fue que, al final del día, los niños se dieron cuenta de que habían creado algo más que simples maquetas. Habían forjado buenos recuerdos, aprendieron de la arquitectura y, lo más importante, descubrieron el valor de trabajar juntos.
"¡El año que viene hagamos otra excursión!" - sugirió Diego.
"¡Sí, y que sea a otro lugar lleno de edificios locos!" - completó Sofía, con una sonrisa.
Y así, el grupo de amigos se despidió de su aventura en Palma, con corazones llenos de nuevos sueños y un fuerte lazo de amistad que había crecido entre ellos.
Fin.
FIN.