Descubriendo la Magia de Ser Auténtico


Había una vez en un bosque encantado, un lugar donde los árboles susurraban secretos al viento y el sol bailaba entre las ramas.

En ese bosque vivían animales de todas las formas y tamaños: conejos saltarines, pájaros cantarines, osos cariñosos y muchos más. Cada tarde, al caer el sol, todos los animales se reunían en un claro del bosque para realizar el Baile de los Animalitos.

Este baile era especial porque cada animalito tenía su propio movimiento repetitivo que realizaba con alegría. El conejo daba pequeños brincos, el pájaro aleteaba sus alas con gracia, el oso movía su cuerpo de un lado a otro con lentitud. Un día, llegó al bosque un zorrito llamado Zafiro.

Zafiro era diferente a los demás animales; no sabía cuál era su movimiento especial para el Baile de los Animalitos. Se sentía triste y avergonzado, pensando que nunca podría ser parte de la celebración.

"¿Por qué estás tan triste, amigo Zafiro?" -preguntó la ardilla curiosa llamada Nuez. "No sé cuál es mi movimiento para el baile. Todos los demás animales parecen tan felices y seguros de sí mismos", respondió Zafiro con voz apagada.

Nuez sonrió con ternura y le dijo a Zafiro: "Cada uno tiene su propio ritmo y estilo único. No te preocupes por ser diferente; lo importante es disfrutar del baile".

Con estas palabras, Nuez invitó a Zafiro a intentar diferentes movimientos hasta encontrar aquel que resonara en su corazón.

Zafiro siguió el consejo de Nuez y probó distintos movimientos: dio vueltas como una hoja llevada por el viento, saltó como si persiguiera una mariposa imaginaria e incluso intentó imitar el graznido de los patos en el lago cercano. Pero nada parecía encajar para él. Una noche, mientras observaba las estrellas brillando en lo alto del cielo oscuro, Zafiro sintió cómo algo dentro de él se iluminaba.

Cerró los ojos y dejó que la música del bosque le guiara. Entonces comenzó a moverse con fluidez y armonía; su cuerpo dibujaba círculos en el aire como si danzara con la misma naturaleza que lo rodeaba.

Los demás animales se detuvieron asombrados al ver a Zafiro bailar con tanta gracia y belleza. Lo rodearon emocionados mientras seguían su ritmo hipnótico y envolvente. El Baile de los Animalitos cobró vida esa noche más que nunca antes.

Desde ese día, Zafiro descubrió que no importa ser diferente ni seguir siempre reglas establecidas; lo importante es escuchar nuestro corazón y dejarnos llevar por la magia del momento presente.

Y así fue como cada atardecer, en aquel colorido bosque encantado, resonaban las risas y melodías del Baile de los Animalitos donde cada uno brillaba siendo fiel a sí mismo.

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