Descubriendo mi derecho a estar seguro


Valentina era una niña muy curiosa y risueña. Le encantaba explorar su barrio, jugar con sus amigos y aprender cosas nuevas en la escuela. Sin embargo, un día, algo extraño comenzó a suceder: Valentina empezó a sentirse incómoda y asustada. Al principio, no entendía por qué se sentía así, pero poco a poco se dio cuenta de que estaba siendo lastimada por un compañero de clase.

- ¿Estás bien, Valentina? -preguntó su mamá al notar el cambio en su actitud.

- No, mamá. Hay alguien en la escuela que me molesta y me lastima. No sé qué hacer -respondió Valentina con un nudo en la garganta.

Preocupada por su hija, la mamá de Valentina decidió hablar con ella sobre sus derechos. Le explicó que todos los niños tienen derecho a estar seguros y protegidos, y que nadie, ni siquiera en la escuela, debería lastimarla. Valentina escuchó con atención y decidió tomar cartas en el asunto. Con valentía, se acercó a su maestra y le contó lo que estaba sucediendo. La maestra la escuchó con comprensión y tomó medidas para proteger a Valentina y garantizar que se respetara su derecho a la seguridad.

A partir de ese momento, Valentina se sintió más segura y protegida. Sin embargo, un día, descubrió que su amigo Tomás estaba siendo intimidado por otro compañero. Valentina recordó lo que su mamá le había enseñado y decidió actuar. Se acercó a Tomás y le ofreció su ayuda. Juntos, buscaron apoyo de un adulto y lograron detener el acoso.

Al final, Valentina entendió que no solo tenía derecho a estar segura, sino que también tenía la capacidad de ayudar a otros a sentirse seguros. Se sentía orgullosa de haber tomado acción y de haber protegido no solo su propio derecho a la seguridad, sino también el de su amigo. Desde entonces, Valentina siguió explorando el mundo con valentía, sabiendo que, esté donde esté, tiene derecho a estar seguro y protegido contra cualquier daño físico o psicológico.

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