Descubriendo sus Poderes
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Sofía, que a sus cinco años había mostrado unos poderes extraordinarios. No sólo podía volar a gran velocidad, sino que también tenía la habilidad de volverse invisible y leer las mentes. Sin embargo, al cumplir los 14 años, Sofía sintió que esos poderes se habían desvanecido y comenzó a buscar la forma de recuperarlos.
Una tarde, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, decidió que era momento de explorar su interior y recordar lo que había aprendido de niña. Se sentó en una roca grande y respiró profundo.
- “¿Por qué se fueron mis poderes? ” - se preguntó en voz alta.
De repente, un pequeño ciervo se acercó a Sofía. Era un animal curioso que pareció entender su tristeza. La niña sonrió.
- “Hola, pequeño amigo. ¿Viste mis poderes? ” - le preguntó con un tono melancólico.
El ciervo movió la cabeza de un lado a otro, y Sofía se dio cuenta de que el animalesito, aunque no hablaba, parecía estar escuchando. Pensando que tal vez tenía razón, la niña decidió que necesitaba reencontrarse con su niña interior.
Al día siguiente, Sofía fue a la biblioteca del pueblo, donde conoció a una anciana llamada Doña Clara, quien era conocida por contar historias mágicas.
- “¿Qué traes en tu corazón, Sofía? ” - preguntó Doña Clara al ver su expresión preocupada.
- “Perdí mis poderes… no sé cómo volver a encontrarlos” - respondió.
Doña Clara sonrió con complicidad:
- “Los poderes no se pierden, querida. Están dentro de vos, esperando que los descubras nuevamente”.
Sofía se sintió aliviada. Pronto, Doña Clara le ofreció un consejo:
- “Ve a la colina más alta. Allí, donde el viento sopla fuerte, tendrás claridad sobre tu verdadero yo”.
Emocionada, Sofía se dirigió a la colina al día siguiente. Allí se sentó y cerró los ojos, dejando que el viento la acariciara. Concentrándose, recordó a su pequeño ciervo y cómo su risa la llenaba de fuerza. Entonces, decidió intentar volar. No sabía cómo, pero se lanzó coraje.
- “¡Quiero volar! ” - gritó al cielo.
Con un misterio renovado, sintió como si algo dentro de ella comenzara a despertar. Abrió los ojos y, ante su sorpresa, comenzó a elevarse. Era como si invisible hilos de energía la levantaran. El viento la abrazaba y sintió que su corazón latía con fuerza. Despegar del suelo fue emocionante.
Mientras surcaba los cielos, recordó también el arte de leer mentes. Por primera vez, intentó conectar su mente con todo lo que la rodeaba. Vio pensamientos de quienes caminaban por el pueblo, sueños y esperanzas ruborizándose en sus mentes.
Pero, de repente, una sombra cruzó su ruta. Era un grupo de niños que parecían tristes y preocupados. Sofía bajó y se acercó a ellos:
- “¿Qué pasa, chicos? ”
Uno de ellos respondió:
- “Nuestra hermana Lucy se ha perdido en el bosque”.
Sofía sintió que su fuerza interior aumentaba al escuchar la preocupación de los niños.
- “¡No se preocupen! ¡Voy a ayudarles a encontrarla! ” - exclamó.
Con una velocidad rapidísima, Sofía comenzó a buscar a Lucy en el bosque, usando la invisibilidad para moverse sin ser vista. Finalmente, la encontró sentada bajo un árbol, asustada pero ilesa.
- “¿Lucy? ¡Estamos aquí para llevarte a casa! ” - le dijo con dulzura mientras la abrazaba.
- “Gracias, por favor, no me dejes sola” - respondió Lucy con lágrimas.
Juntas, regresaron al grupo de niños. Sofía se sintió completa al ver las sonrisas de alivio en sus rostros. Se dio cuenta de que sus poderes no se habían ido, sino que habían estado dormidos, esperando ser despertados por una verdadera voluntad de ayudar.
Al final del día, cuando regresó a casa, Sofía comprendió que sus poderes eran más que habilidades mágicas; eran su conexión con el amor, la solidaridad y la valentía. A partir de ese día, Sofía prometió nunca dejar de explorar su interior y usar su fuerza para ayudar a los demás.
Cada vez que volaba, no solo disfrutaba de la libertad, sino que recordaba la importancia de mirar hacia adentro y nunca dejar de creer en uno mismo. Y así, en cada aventura, Sofía redescubría no sólo sus poderes, sino también la esencia de su ser, convirtiéndose en una verdadera heroína en su pequeño pueblo.
FIN.