Despertando a Desmond




Había una vez en una ciudad muy alegre, un señor de nombre Desmond, quien estaba en peligro de caer en un sueño eterno. Pero, por suerte, tres amigos dispuestos a ayudarlo aparecieron. Ellos eran Martín, Sofía y Diego, quienes no dudaron ni un segundo en ayudar a Desmond. Decidieron que lo mejor para despertarlo era mostrarle lo hermosa que puede ser la vida.

Martín, el más aventurero del grupo, propuso que la primera parada fuera el parque de diversiones. "Estoy seguro de que Desmond se sorprenderá y alegrará al ver tanta diversión y color", dijo Martín con entusiasmo.

Sofía, con su actitud optimista, añadió: "Además, podríamos iniciar haciendo una visita a mi abuela. Ella tiene un jardín tan hermoso que seguro le alegrará el día a Desmond". Diego, el más estudioso del grupo, sugirió que también podrían mostrarle la importancia de la familia y la amistad.

Empezaron su travesía visitando a la abuela de Sofía. La señora les recibió con los brazos abiertos y les contó historias maravillosas sobre su niñez. Todos se divirtieron tanto que hasta Desmond olvidó lo cerca que estaba de caer en un sueño profundo. La abuela les regaló una caja llena de semillas de flores y les pidió que las plantaran en algún lugar especial.

Decidieron ir al parque de diversiones al día siguiente. Los amigos disfrutaron de juegos, montañas rusas y algodón de azúcar. Desmond recordó lo que era reír hasta que le dolieran los cachetes. Pero la travesía no terminaba ahí.

Diego recordó que su primo trabajaba en un circo, así que decidieron hacer una visita sorpresa. Desmond se maravilló con los acróbatas, malabaristas y payasos. Esta fue una de las experiencias más hermosas que Desmond vivió.

Cuando parecía que ya habían mostrado lo mejor de la vida a Desmond, Sofía recordó las semillas que les había regalado su abuela. Decidieron plantarlas en el parque de diversiones. Meses después, el parque se llenó de hermosas flores que alegraban a todos los visitantes, incluyendo a Desmond.

Desmond, con una sonrisa en el rostro, dijo: "Gracias por haberme mostrado lo hermosa que puede ser la vida. Estaba tan concentrado en mis preocupaciones que olvidé disfrutar de las pequeñas cosas. Gracias por recordármelo".

Desde ese día, Desmond vivió cada momento con una nueva perspectiva, disfrutando de la vida como nunca antes. Y los amigos, sabiendo que habían hecho una gran diferencia, siguieron juntos viviendo aventuras y disfrutando de la compañía unos de otros.

FIN.

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