Día de aventuras en el bosque con Tomás


Había una vez un padre llamado Juan que vivía en una pequeña cabaña rodeada de un hermoso bosque. Él tenía dos hijos, Sofía y Mateo, quienes eran muy curiosos y aventureros.

Un día, mientras Juan estaba cocinando el desayuno, los niños se acercaron a él con mucha emoción. - Papá, ¿podemos ir al bosque hoy? - preguntó Sofía. - Sí, por supuesto.

Pero recuerden que deben estar siempre cerca de mí y no alejarse demasiado - respondió Juan con una sonrisa. Los tres salieron juntos hacia el bosque. El sol brillaba y los pájaros cantaban mientras caminaban por el sendero. Los niños corrían adelante buscando hojas interesantes o ramitas para coleccionar.

De repente, Mateo vio algo brillante en la distancia y corrió hacia allí sin decir nada a su padre ni hermana. Cuando llegó al lugar donde había visto la luz brillante se encontró con un extraño hombre vestido con pieles de animales.

- ¡Hola pequeño! - dijo el extraño hombre con una sonrisa amistosa-. ¿Qué haces aquí? - Estoy paseando con mi papá y mi hermana en el bosque - respondió Mateo tímidamente.

El extraño hombre le mostró algunas cosas interesantes del bosque como plantas comestibles o cómo hacer fuego sin cerillas. Mientras tanto, Juan y Sofía estaban muy preocupados porque no podían encontrar a Mateo por ninguna parte. Después de mucho buscarlo lo encontraron jugando junto al extraño hombre.

Fue entonces cuando Juan decidió presentarse y agradecer al hombre por cuidar de su hijo. El extraño hombre se presentó como Tomás, un ermitaño que vivía en el bosque desde hace muchos años.

Juan y los niños pasaron el resto del día con Tomás, aprendiendo cosas nuevas sobre la naturaleza y disfrutando de su compañía. Cuando llegó la hora de volver a casa, Juan le preguntó a Tomás si quería acompañarlos a su cabaña para cenar juntos.

- Será un placer - respondió Tomás con una sonrisa. Durante la cena, Juan les contó historias sobre sus aventuras en el bosque cuando era joven mientras Tomás compartió algunas de sus experiencias viviendo en soledad durante tantos años.

Los niños estaban fascinados por todo lo que escuchaban. Finalmente, después de una noche llena de risas y diversión, llegó la hora de que Tomás regresara a su hogar en el bosque.

Juan y los niños lo despidieron con tristeza pero prometieron visitarlo pronto otra vez. A partir de ese día, cada vez que salían al bosque recordaban las enseñanzas y aventuras junto a Tomás.

Y aunque nunca volvieron a verlo otra vez después de esa noche, siempre lo recordaron como alguien muy especial que les había enseñado mucho sobre la naturaleza y la vida misma.

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