Días de Amor



Había una vez un niño llamado Ethan, quien tenía un gran corazón y amaba profundamente a su abuelita. Pasaban horas juntos, riendo, jugando y contándose historias maravillosas.

La abuelita de Ethan era cariñosa, sabia y siempre estaba dispuesta a escucharlo. Un día, mientras estaban sentados en el jardín de la casa de la abuelita, Ethan le dijo con tristeza: "Abuelita, me encantaría vivir contigo todo el tiempo.

¿Puedo irme a vivir contigo?" La abuelita sonrió dulcemente y acarició su mejilla. "Mi querido Ethan", dijo ella con ternura, "te quiero mucho pero también te necesitas estar con tus padres".

Ethan se quedó pensativo por un momento y luego preguntó: "¿Por qué no podemos todos vivir juntos? Sería tan divertido". La abuelita suspiró y explicó que cada uno tenía sus propias responsabilidades y compromisos. Además, los padres de Ethan necesitaban cuidarlo y brindarle amor.

Aunque entendía las razones de su abuela, Ethan no podía evitar sentirse triste al pensar en separarse de ella. Pero decidió buscar una solución para poder pasar más tiempo juntos.

Un día, mientras ayudaba a su madre en la cocina preparando galletas deliciosas para la visita de la abuela al día siguiente, tuvo una idea brillante. Corrió hacia sus padres emocionado: "-¡Tengo una idea! ¿Y si organizamos días especiales con la abuelita? Podemos tener "Días Abuela" donde pasemos todo el tiempo juntos haciendo cosas divertidas".

Los padres de Ethan se miraron y sonrieron. Les encantaba la idea y estaban felices de ver a su hijo tan entusiasmado. A partir de ese día, establecieron los "Días Abuela" una vez al mes.

En esos días especiales, Ethan se despertaba temprano y ayudaba a preparar el desayuno para todos. Luego, pasaban horas jugando juegos de mesa, contándose chistes y riendo sin parar.

La abuelita siempre llevaba consigo una caja llena de sorpresas: libros nuevos para leer juntos, rompecabezas desafiantes y manualidades creativas. Ethan estaba lleno de alegría en estos días especiales con su abuelita. Pero también aprendió algo importante: aunque no pudiera vivir con ella todo el tiempo, seguían siendo muy cercanos y se amaban profundamente.

Conforme pasaba el tiempo, Ethan comenzó a darse cuenta de lo valiosa que era cada visita especial con su abuela. Aprendió a apreciar cada momento compartido y sabía que siempre podría contar con su amor incondicional.

La historia de Ethan nos enseña que el amor familiar puede trascender las distancias físicas. Aunque no podamos estar cerca todo el tiempo, podemos encontrar formas creativas para mantenernos conectados con nuestros seres queridos.

Y así fue como Ethan descubrió que incluso cuando las circunstancias no permiten estar juntos todo el tiempo, el amor verdadero siempre encuentra una manera de brillar en nuestras vidas.

FIN.

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