Días Nublados
Julieta estaba triste, no podía ver la luna ni las estrellas que tanto le gustaban. Miraba al cielo esperando que las nubes se fueran, pero parecían estar ahí para quedarse.
"¿Por qué está tan nublado hoy? No puedo ver nada", dijo Julieta con un suspiro. "A veces el cielo se pone así, pero eso no significa que no puedas disfrutar de otras cosas", le respondió su mamá con una sonrisa. "¿Qué puedo hacer entonces?", preguntó Julieta curiosa.
"Podemos hacer algo juntas. ¿Te parece si jugamos a adivinar formas en las nubes?", propuso su mamá. Julieta aceptó emocionada y empezaron a buscar formas en las nubes. Vieron un elefante, una casa y hasta un corazón.
Se divirtieron tanto que ni se dieron cuenta cuando empezó a oscurecerse más. "Mamá, ¿ya es tarde?", preguntó Julieta sorprendida al ver lo oscuro que estaba todo.
"Sí hija, ya es hora de dormir", respondió su mamá mientras la llevaba adentro de la casa. Julieta se cepilló los dientes y se metió en la cama pensando en lo divertido que había sido jugar con su mamá.
Pero justo cuando cerró los ojos, escuchó un ruido extraño afuera de su ventana. Se asomó y vio una luz brillante en el cielo. Era la luna asomándose por entre las nubes. Julieta saltó de felicidad y corrió al cuarto de su mamá para despertarla.
"¡Mamá, la luna está afuera! ¡Ven a verla conmigo!", exclamó Julieta emocionada. Su mamá se levantó y juntas salieron al patio para admirar la hermosa luna llena.
Julieta se dio cuenta de que aunque no pudiera ver las estrellas esa noche, había encontrado una nueva forma de disfrutar del cielo nocturno. "Gracias por jugar conmigo y mostrarme que siempre hay algo bueno en todo", dijo Julieta abrazando a su mamá.
"Siempre hay algo bueno en cada día, solo debemos aprender a buscarlo", respondió su mamá con una sonrisa. Desde ese día, Julieta aprendió que aunque las nubes pueden ocultar lo que más le gusta ver, siempre habrá algo nuevo por descubrir si mantiene los ojos abiertos y el corazón lleno de alegría.
FIN.