Diego aprende a controlar su ira



Había una vez un niño llamado Diego que asistía a la escuela primaria. Diego era un niño muy inteligente y simpático, pero tenía un problema: no sabía controlar su bronca.

Cada vez que algo no salía como él quería o alguien lo molestaba, se enojaba muchísimo y reaccionaba con violencia. Un día, durante el recreo, Diego estaba jugando fútbol con sus compañeros cuando uno de ellos le quitó la pelota.

En lugar de pedirla de vuelta o simplemente seguir jugando, Diego se enojó tanto que empezó a gritarle al otro niño y lo empujó fuertemente. Los demás niños se asustaron y corrieron hacia los maestros para contarles lo que había pasado.

La maestra de Diego lo llamó a su oficina para hablar con él sobre lo ocurrido. "Diego, ¿por qué reaccionaste así? ¿No crees que podrías haber resuelto el problema sin pelear?"- preguntó la maestra.

"Es que me sacan mucho la paciencia"-, respondió Diego con rabia. La maestra entendió que Diego necesitaba ayuda para aprender a controlar su bronca y decidió hablar con sus padres para buscar una solución juntos.

Ellos acudieron a un psicólogo infantil quien les recomendó algunas técnicas para ayudar a Diego a manejar sus emociones. A partir de entonces, cada vez que sentía que iba a explotar por dentro, Diego aprendió a respirar profundamente varias veces antes de actuar impulsivamente.

También comenzó a practicar deportes como el yoga y la meditación para relajarse y controlar su energía. Un día, mientras jugaba fútbol con sus amigos, uno de ellos lo empujó accidentalmente.

Diego sintió que la rabia empezaba a subir por su cuerpo, pero en lugar de reaccionar violentamente como antes, se detuvo un momento, respiró profundamente y habló con el otro niño para solucionar el problema. "Perdón por empujarte, no fue mi intención"-, dijo Diego con calma.

Su amigo se disculpó también y juntos volvieron a jugar sin problemas. Los demás niños se sorprendieron al ver lo bien que había manejado Diego la situación y comenzaron a respetarlo más.

Desde ese día en adelante, Diego aprendió a controlar su bronca y a manejar sus emociones de manera saludable. Se convirtió en un niño más feliz y tranquilo, capaz de enfrentar los desafíos cotidianos sin perder el control.

FIN.

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