Diego, el narrador prodigioso



Diego era un niño muy especial. Tenía 7 años y asistía a la Escuela Arcoíris, donde cada día aprendía cosas nuevas y se divertía con sus amigos.

Sin embargo, a Diego le costaba un poco más comunicarse y entender ciertas cosas que para otros niños eran más fáciles. Diego era autista, lo que significaba que veía el mundo de una manera diferente a la mayoría de las personas.

A veces se sentía abrumado por los sonidos fuertes o las luces brillantes, y le resultaba complicado expresar lo que sentía o pensaba. Pero a pesar de todo, Diego era un niño muy inteligente y creativo. Le encantaba dibujar animales y construir castillos con bloques de colores.

Tenía una imaginación desbordante que lo llevaba a lugares maravillosos en su mente. Un día, en la escuela, la maestra anunció que iban a hacer una obra de teatro para el festival anual.

Todos los niños estaban emocionados con la idea de actuar en el escenario frente a sus familias y amigos. Diego también estaba entusiasmado, pero al mismo tiempo se sentía nervioso por tener que hablar frente al público.

Durante los ensayos para la obra de teatro, Diego tenía problemas para recordar sus líneas y seguir el ritmo de las escenas. Algunos compañeros empezaron a burlarse de él por ser diferente, lo cual hizo que se sintiera triste e inseguro.

Pero entonces llegó el día del festival y todos los padres estaban en la audiencia esperando ansiosamente el inicio del espectáculo. Cuando llegó el turno de Diego de salir al escenario, todos contuvieron la respiración preguntándose cómo se desenvolvería.

"¡Hola! Soy Diego", dijo tímidamente Diego ante el micrófono mientras miraba hacia la multitud expectante. - Pero en ese momento algo increíble sucedió.

En lugar de seguir el guion original, Diego comenzó a improvisar una historia mágica sobre un dragón bondadoso que enseñaba valores como la amistad y la aceptación. Los padres y compañeros quedaron sorprendidos por la actuación espontánea y emotiva de Diego. Se dieron cuenta del talento especial que tenía para contar historias únicas e inspiradoras desde su propio mundo interior.

Al finalizar la obra, todos aplaudieron emocionados a Diego por su magnífica actuación. La maestra se acercó a él con una enorme sonrisa y le dijo lo orgullosa que estaba por su valentía y creatividad.

Desde ese día, Diego comprendió que ser diferente no era algo malo; al contrario, era lo que lo hacía único y especial. Aprendió a valorar sus habilidades únicas y a sentirse seguro siendo quien realmente era.

Y así, entre risas y aplausos, Diego descubrió que no importa cuán diferentes seamos unos de otros; siempre hay algo extraordinario dentro de cada uno esperando brillar con luz propia en este hermoso arcoíris llamado vida.

FIN.

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