Diego Gabriel y la Fiesta de los Talentos



Era una noche estrellada y emocionante en el barrio. Diego Gabriel y yo estábamos en una fiesta que prometía ser inolvidable. La casa de Sofía, nuestra amiga, estaba decorada con globos de colores y luces brillantes que iluminaban el ambiente. Al llegar, nos encontramos con un grupo de amigos que ya estaban disfrutando de la música y las bromas.

"- ¡Hola, chicos!" saludó Sofía desde la puerta. "- ¡Entren, entren! Vamos a hacer algo especial esta noche."

"- ¿Qué cosa especial?" pregunté intrigado.

"- Esta es la Fiesta de los Talentos", explicó Sofía emocionada. "- Todos deben mostrar algún talento… ¡Ya sea bailar, cantar, contar chistes o lo que tengan!"

Diego Gabriel y yo nos miramos; nunca habíamos pensado en mostrar algo frente a tanta gente.

"- Yo no sé cantar ni bailar..." comenté nervioso.

"- Bueno, podemos inventar algo juntos," sugirió Diego Gabriel. "- Tal vez podamos contar una historia divertida ."

Mientras pensábamos en qué hacer, escuchamos el primer talento: Lucho, que se subió sobre una silla y empezó a hacer malabares con pelotas. Todos lo animaban.

"- ¡Eso está buenísimo!" exclamó Sofía. "- Ahora, ¿quién sigue?"

Después de varios talentos, llegó el turno de Diego Gabriel y mío. Nos acercamos al centro de la sala, nerviosos pero emocionados.

"- ¡Tenemos una sorpresa!" anuncié con una sonrisa. "- Vamos a contarles una historia que se va a sorprender a todos."

La gente nos prestó atención, y comenzamos:

"- Érase una vez dos amigos que vivían en un barrio muy tranquilo..."

Sin embargo, mientras contábamos la historia, notamos que algunos de los amigos se estaban distraendo.

"- ¡Esto no está funcionando!" susurré a Diego Gabriel.

"- ¡Informemos algo más divertido!" dijo él. Luego se le ocurrió una idea. "- ¡Contemos una aventura de un dragón que quería aprender a bailar!"

"- ¡Eso me gusta!" respondí entusiasmado. Comenzamos a improvisar un cuento sobre un dragón llamado Dragóncillo que, a pesar de ser un gigante, soñaba con ser un gran bailarín.

"- Pero todos los demás dragones se burlaban de él," comencé.

"- Y le decían que con sus pies grandes no podía bailar justo," continuó Diego Gabriel.

"- Dragóncillo, sin embargo, no se rindió. Un día decidió salir al bosque y practicar, y encontró a un grupo de mariposas que le enseñaron a moverse.

"- Al principio fue difícil, pero él se esforzó y fue mejorando," dijo Diego Gabriel, mientras todos comenzaban a reírse y a disfrutar de la historia.

"- Después de mucho esfuerzo, Dragóncillo se presentó a un concurso de baile. Todos estaban esperando verlo caer, ¡pero no lo hizo!" grité.

"- Y terminó ganando el primer premio porque nunca se rindió, a pesar de que todos pensaban que no podía," concluyó Diego Gabriel, mientras todos aplaudían.

Nos miramos, emocionados.

"- Eso fue increíble!" me dijo Sofía. "- Aprendimos que, a veces, debemos ser valientes y nunca rendirnos, aunque otros no crean en nosotros."

La fiesta continuó con más talentos, pero nuestra historia había sido un éxito. A partir de esa noche, nunca olvidaremos lo importante de seguir nuestros sueños y confiar en nosotros mismos.

Finalmente, todos nos unimos para hacer una danza inspirada en Dragóncillo, riendo y disfrutando del momento.

Salimos de la fiesta con una gran sonrisa y el corazón lleno de alegría, recordando siempre que con amistad y esfuerzo, todo es posible.

FIN.

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