Diferencias que nos unen



Había una vez dos hermanos, Martina y Tomás, que vivían en una pequeña casa en un tranquilo pueblo. Desde pequeños, Martina siempre sintió que sus padres parecían querer más a su hermana mayor que a ella.

Siempre le daban más atención, la elogiaban más y parecían estar más orgullosos de todo lo que hacía. Un día, Martina decidió hablar con sus padres sobre cómo se sentía.

Se sentaron juntos en el jardín y Martina comenzó a contarles lo que pensaba. "Papá, mamá, siento que siempre eligen a mi hermana antes que a mí. Siempre la felicitan por todo lo que hace y parece que yo no existo", expresó Martina con tristeza.

Sus padres la miraron con sorpresa y su mamá le preguntó: "¿Por qué crees eso, hija?""Porque siempre están pendientes de ella y parece que nunca les importa lo que hago yo", respondió Martina con los ojos llenos de lágrimas.

Sus padres se abrazaron entre ellos y luego abrazaron a Martina. Su papá le dijo: "Hija, te amamos a ti y a tu hermana por igual. No hay favoritismos en esta familia".

"Pero entonces ¿por qué siempre parecen preferirla a ella?", preguntó Martina confundida. Su mamá tomó su mano y le explicó: "A veces puede parecer así porque tu hermana necesita más ayuda en ciertas cosas. Pero eso no significa que te queramos menos a ti.

Cada uno de ustedes es especial de diferentes maneras". Martina reflexionó sobre las palabras de sus padres y poco a poco comenzó a entenderlo mejor. Decidió hacer un esfuerzo por apoyar más a su hermana cuando necesitara ayuda sin sentirse celosa o ignorada.

Con el tiempo, Martina descubrió cuánto amor tenían sus padres para darle también a ella. Comenzaron a pasar más tiempo juntos como familia, compartiendo risas, juegos e historias alrededor de la mesa.

Un día, mientras estaban todos juntos cocinando galletitas en la cocina, Martina miró feliz a sus padres y les dijo: "Gracias por enseñarme lo importante que es valorar cada uno nuestros propios talentos y virtudes".

Sus padres sonrieron orgullosos y su mamá le dio un beso en la frente diciendo: "Eso es correcto, cariño. Todos somos únicos e importantes de nuestra propia manera".

Desde ese día en adelante, Martina supo que era amada incondicionalmente por sus papás junto con su hermana; aprendió la valiosa lección de aceptarse tal como era y valorar las diferencias entre cada uno dentro de su familia.

FIN.

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