Dino, el Dinosaurio Diferente
Había una vez, en un mundo prehistórico lleno de árboles gigantes y ríos cristalinos, un dinosaurio llamado Dino. Dino era un dinosaurio muy curioso y aventurero, pero también se sentía diferente a los demás. A veces, se miraba en el espejo del agua y veía un montón de colores brillantes en su piel, mientras que sus amigos, los demás dinosaurios, eran de un solo color.
Un día, mientras jugaba con sus amigos en la pradera, escuchó una conversación entre dos pequeños dinosaurios.
"¿Viste a Dino? Es tan raro con esos colores. No creo que sea uno de nosotros..."
Esa frase le rompió el corazón a Dino. Decidió que debía encontrar una manera de sentirse igual a los demás y ser respetado. Así que un día emprendió un viaje hacia el Bosque de la Diversidad, donde se decía que se encontraban dinosaurios de todos los colores y formas.
Mientras caminaba, se encontró con una Triceratops llamada Trixie, que estaba buscando flores.
"Hola, Dino!" saludó Trixie. "¿A dónde vas tan apurado?"
"Voy al Bosque de la Diversidad. Quiero ser igual a los demás y que me respeten".
"Pero, Dino, ¿acaso no te gusta ser diferente?" le preguntó Trixie.
"No, todos se ríen de mí y me dicen raro. Solo quiero encajar."
Trixie sonrió y le dijo:
"Ven, acompáñame a ver la fiesta de los Colores, ahí encontrarás dinosaurios de todos los estilos. Quizás descubras que lo diferente también puede ser bonito."
Dino dudó un momento, pero decidió seguir a Trixie. Cuando llegaron a la fiesta, se sorprendió al ver dinosaurios con manchas, rayas y todos los colores que habían imaginado.
"¡Mirá, Trixie!" dijo Dino emocionado.
"¡Sí! Cada uno tiene su estilo. Eso los hace únicos, como vos!" respondió Trixie.
Dino sintió una nueva esperanza crecer dentro de él. Se acercó a un Dinosaurio Volador que tenía plumas de muchos colores.
"¿Cómo hiciste para que te aceptaran?" preguntó.
"Siempre he sido diferente, pero aprendí a quererme tal como soy. Cuando uno se quiere a sí mismo, los demás también lo hacen".
Esa noche, Dino bailó, rió y jugó con todos los dinosaurios, olvidando por un momento sus inseguridades. Pero al siguiente día, cuando se despertó, empezó a pensar otra vez en su diferencia y si podría ser realmente aceptado. Decidido a sentir más confianza, decidió visitar la Montaña de los Espejos.
Allí, se encontró con un viejo dinosaurio llamado Senso, que tenía un cuerpo lleno de cicatrices.
"¿Qué buscas, joven Dino?" preguntó Senso.
"Busco entender por qué me siento diferente y no me respetan".
"Las cicatrices en mi cuerpo son mis historias. Cada una cuenta una batalla, un aprendizaje. La clave está en abrazar lo que somos, en vez de esconderlo. La aceptación empieza desde adentro".
Dino reflexionó sobre esto. Entonces, decidió regresar al lugar donde estaba Trixie y los demás.
Cuando llegó, se armó de valor y les dijo:
"Chicos, quiero compartir algo. Me siento diferente, y eso está bien. Mis colores me hacen único, y quiero que me respeten como soy".
Los dinosaurios lo miraron sorprendidos y luego comenzaron a aplaudir.
"¡Bravo, Dino!" gritó Trixie. "Esa es la actitud!"
Desde ese día, Dino se dio cuenta de que no necesitaba ser igual a los demás para ser querido. Sus amigos lo aceptaron tal como era, y juntos aprendieron que las diferencias son lo que nos hace especiales.
Así, Dino ya no se sintió más diferente, sino parte de una comunidad llena de colores, risas y amistad. Y así, aprendió que ser diferente no es algo malo, sino algo que se debe celebrar.
Y así, el pequeño Dino vivió feliz, aceptándose a sí mismo y ayudando a otros a hacer lo mismo. Fin.
FIN.