Dino y el Poder de la Amistad
En un bosque lleno de árboles gigantes y flores brillantes, vivía un dinosaurio llamado Dino. A primera vista, Dino parecía ser un dinosaurio enorme y divertido, pero en realidad, era bastante caprichoso. Siempre quería que todos hicieran lo que él deseaba, y no le gustaba la idea de compartir. Sus amigos, la tortuga Tula, el loro Lalo y el conejo Rocco, siempre intentaban complacerlo, aunque eso significara renunciar a sus propios deseos.
Un día, Dino decidió que quería jugar en la colina más alta del bosque, pero ese lugar estaba lleno de flores que solamente florecían en primavera, y no en otoño.
"¡Quiero jugar allí!" - ordenó Dino, golpeando su pata en el suelo.
"Pero Dino, es peligroso porque hay muchas flores y podrías pisarlas!" - dijo Tula, preocupada.
"¡No me importa! ¡Quiero ir!" - gritó Dino.
Los amigos se miraron entre sí, sabiendo que si no apoyaban a Dino, él se enojaría. Así que, aunque les costaba aceptarlo, decidieron acompañarlo.
Una vez arriba en la colina, Dino comenzó a saltar y jugar. Pero, en su entusiasmo, se pasó de la raya y terminó aplastando un montón de flores.
"¡Mirá lo que hiciste!" - le dijo Lalo, con el pico lleno de preocupación.
"No importa, sólo son flores... ¡Quiero seguir jugando!"
Dino se dio la vuelta y comenzó a correr. Pero de repente, se detuvo. ¿Qué era ese ruido? Era el llanto de una pequeña mariposa atrapada entre las flores dobladas.
"¿Qué te pasó, amiga?" - preguntó Lalo.
"Estas flores eran mi hogar y las han destruido. Ahora no tengo dónde ir" - respondió la mariposa con tristeza.
Dino se sintió mal por lo que había hecho.
"Yo solo quería jugar..."
"Pero Dino, hay otras formas de divertirse sin lastimar lo que los demás cuidan" - dijo Tula, tratando de animarlo.
Dino miró a sus amigos, quienes lo miraban preocupados pero listos para ayudar.
"Entonces, ¿qué hacemos?"
"Podemos replantar las flores dañadas y hacer que las mariposas tengan un nuevo hogar" - sugirió Rocco, lleno de entusiasmo.
"¿De verdad?" - preguntó Dino, aún dudando.
"Sí! Trabajando juntos podemos hacer algo hermoso!" - dijo Lalo.
Y así, Dino y sus amigos se pusieron a trabajar. Al principio, Dino no estaba seguro de si realmente quería hacerlo, pero a medida que iban replantando, comenzó a sentirse bien por ayudar.
Con cada flor que plantaban, el bosque recuperaba su color y las mariposas regresaban, revoloteando felices.
"¡Miren lo que hemos hecho!" - exclamó Tula.
"¡Es precioso!" - dijo Lalo.
"Gracias a todos..." - murmuró Dino, sintiendo una calidez en su corazón.
Por primera vez se dio cuenta de que jugar no era solo hacer lo que él quería, sino también cuidar de los que lo rodeaban.
A partir de ese día, Dino se volvió menos caprichoso y empezó a pensar en los deseos de sus amigos. Aprendió que la verdadera diversión venía de compartir y cuidar de los demás. Con cada nueva aventura, Dino siempre recordaba lo que había aprendido en la colina: vecino, amigo o mariposa, todos importaban.
Y así, el dinosaurio que una vez fue caprichoso se convirtió en un generoso amigo lleno de amor y cuidado por el mundo que lo rodeaba. Desde aquel entonces, las diversiones de Dino eran mucho más alegres, porque lo eran también para todos sus amigos.
Y así, el bosque floreció más que nunca, lleno de risas, sueños y, sobre todo, amistad.
FIN.