Dino y el Poder de los Abrazo



Érase una vez, en un mundo prehistórico lleno de grandes árboles y ríos brillantes, un dinosaurio llamado Dino. Dino no era un dinosaurio como los demás; tenía una gran cola que movía con alegría y un corazón tan grande como su tamaño. Pero había algo que lo hacía diferente: era un dinosaurio pegón.

Dino siempre estaba deseando abrazar a sus amigos y a todo aquel que veía, aunque a veces sus abrazos eran tan fuertes que sus amigos se sentían un poco aplastados.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con su amiga Pati, la pequeña Pterodáctilo.

"¡Hola, Pati!" - exclamó Dino, corriendo hacia ella.

"¡Hola, Dino! ¡Ten cuidado!" - gritó Pati, tratando de escapar.

Pero antes de que Pati pudiera volar lejos, Dino la abrazó con fuerza.

"¡Oh! ¡Dino! Tu abrazo es muy fuerte" - dijo Pati, donde no podía moverse.

Dino, dándose cuenta de que no era bueno hacer que sus amigos se sintieran incómodos, decidió que necesitaba aprender a abrazar de una manera más suave.

"¿Cómo puedo hacer un abrazo que no sea tan abrumador?" – se preguntó Dino en voz alta.

Mientras pensaba en esto, se encontró con su amiga Lía, la pequeña Triceratops. Ella estaba tratando de empujar una roca pesada.

"¡Hola, Lía! ¿Necesitas ayuda?" - dijo Dino.

"¡Sí! Pero ten cuidado, no te acerques mucho, mis cuernos son afilados." - respondió Lía.

Dino se quedó un poco confundido.

"¡Pero si solo quiero ayudar!" - exclamó.

Él se acercó un poco más y con su cola enorme empujó la roca con gentileza.

"¡Gracias, Dino! Pero ten cuidado con tus abrazos. No todos los dinosaurios disfrutan de ellos como tú.” - le dijo Lía, sonriendo mientras observaba a Dino tratando de ser útil.

Aquel día, Dino decidió que debía practicar su habilidad de abrazar, no solo con fuerza, sino también con amor y suavidad. Comenzó a ponerlo en práctica con sus amigos.

Una tarde, Dino reunió a todos sus amigos del bosque.

"Chicos, quiero practicar mis abrazos, pero esta vez de una manera diferente. Voy a intentar hacerlos suaves como el viento." - anunció con mucha emoción.

Ellos se miraron, intrigados, y decidieron que lo intentarían.

Dino se acercó lentamente a su amigo Tico, el pequeño Velociraptor.

"Aquí va..." - dijo Dino, y con mucho cuidado, le dio un abrazo suave. Tico sonrió.

"¡Eso está perfecto, Dino!" - exclamó.

Con cada abrazo, los amigos de Dino sentían cómo su corazón se llenaba de alegría. Desde ese día, Dino entendió que el verdadero abrazo no era sólo el que daba más fuerte, sino el que hacía sentir bien a quienes lo recibían.

Entonces, un día, ocurrió algo inesperado. Un gran desafío llegó al bosque. Un río comenzó a desbordarse y los pequeños animales estaban atrapados del otro lado. Estaban asustados, y no sabían cómo cruzar. Todos miraban a Dino, ya que era el más grande, y podrían usarlo como puente.

"Dino, ¡tenemos que ayudarlos!" - gritó Pati, volando en círculos.

Dino pensó en el poder de su abrazo. Sin dudarlo, se acercó a la orilla del río.

"¡Amigos! ¡Forma una cadena de abrazos! Juntos lograremos que todos crucen con seguridad!" - ordenó Dino con voz fuerte.

Así lo hicieron. Dino extendió su enorme cola hacia el otro lado, y todos los demás dinosaurios formaron una cadena de abrazos. Uno a uno, los pequeños animales cruzaron hasta llegar al otro lado, sintiéndose seguros. Fue una tarde mágica, llena de risas y alegría.

Desde ese día, Dino aprendió que sus abrazos, cuando estaban llenos de amor y cuidado, no solo unían corazones, sino que también podían ayudar a otros en momentos difíciles.

Así, Dino, el dinosaurio pegón, se convirtió en el gran abrazo del bosque, recordando a todos que lo importante no es la fuerza con que abrazamos, sino la intención que llevamos en nuestro corazón. Y así, Dino vivió feliz, abrazando con cariño a sus amigos y ayudando a todos en su camino.

"¡Gracias, Dino! ¡Tus abrazos son los mejores!" - decían todos desde entonces, con una sonrisa en sus rostros.

FIN.

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