Dino y la máquina del tiempo


En un parque muy grande y hermoso, vivía un dinosaurio llamado Dino. Dino era un Tiranosaurio Rex muy amigable y curioso que había llegado allí por accidente al meterse en una máquina del tiempo.

Estaba perdido y no sabía cómo volver a su hogar en la prehistoria. Un día, mientras Dino paseaba por el parque tratando de encontrar pistas para regresar a casa, se encontró con un niño llamado Tomás.

Tomás era un niño muy simpático y valiente que no le tuvo miedo a Dino cuando lo vio por primera vez. "¡Wow! ¡Eres un dinosaurio de verdad!" exclamó Tomás emocionado. Dino sonrió y movió la cola amistosamente.

Desde ese momento, Dino y Tomás se convirtieron en grandes amigos. Tomás ayudaba a Dino a esconderse de las personas para que nadie se asustara al verlo. Juntos idearon un plan: Dino debía disfrazarse para poder moverse libremente sin llamar la atención.

Tomás buscó en su casa telas de colores brillantes y accesorios divertidos para hacerle un disfraz a Dino. Le hizo una capa con estampados coloridos, una peluca de colores locos y unas gafas de sol enormes.

Cuando Dino se puso el disfraz, parecía otro dinosaurio completamente distinto. "¡Increíble! ¡Ahora puedes caminar por el parque sin problemas!" dijo Tomás contento. Así fue como Dino comenzó a explorar el parque junto a su amigo humano sin llamar la atención.

Mientras tanto, Tomás investigaba sobre máquinas del tiempo para ayudar a su amigo dinosaurio a regresar a casa. Un día, mientras paseaban por el bosque del parque, escucharon unos ruidos extraños provenientes de unas ruinas antiguas escondidas entre los árboles.

Decidieron investigar juntos y descubrieron que dentro de las ruinas había otra máquina del tiempo. "¡Creo que esta máquina puede llevarte de vuelta a tu hogar, Dino!" exclamó Tomás emocionado.

Dino miró la máquina con esperanza pero también con tristeza al tener que despedirse de su amigo humano. Sin embargo, sabía que pertenecía a otro lugar y necesitaba regresar. "Gracias por todo, Tomás. Nunca te olvidaré.

" dijo Dino con voz emocionada antes de entrar en la máquina del tiempo. Con un destello brillante, la máquina se activó y desapareció junto con Dino dejando atrás a su fiel amigo humano en el parque.

Aunque extrañaba mucho a su amigo dinosaurio, Tomás sabía que había hecho lo correcto ayudándolo a volver a casa donde pertenecía. Y cada vez que paseaba por el parque recordaba las aventuras vividas junto al gran dinosaurio perdido en el tiempo.

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