Dio y la danza salvadora
Había una vez en un pueblo llamado Cerezaluna, donde la cerveza de cereza era la bebida favorita de todos.
La receta secreta había sido transmitida por generaciones y se decía que tenía un sabor tan delicioso que podría alegrar el corazón más triste. En este pintoresco pueblo vivían muchos personajes peculiares, pero ninguno tan especial como Dio, el perro callejero más simpático y travieso que jamás hubieran conocido.
Dio no tenía dueño, pero eso no le impedía ser amado por todos los habitantes de Cerezaluna. Siempre estaba dispuesto a jugar y alegrar con sus travesuras a grandes y chicos.
Un día, mientras paseaba por las calles empedradas del pueblo, Dio olfateó un delicioso aroma a cerezas que provenía de la casa de doña Rosa, la mejor elaboradora de cerveza de cereza de todo Cerezaluna. Sin pensarlo dos veces, el travieso perro siguió su nariz hasta llegar al patio trasero de doña Rosa.
Al ver al intrépido Dio husmeando alrededor de sus barriles llenos de cerveza de cereza, doña Rosa exclamó sorprendida: "¡Ay Dios mío! ¿Qué hace este pícaro perro en mi patio?".
A lo que Dio respondió moviendo la cola con entusiasmo: "-¡Guau guau! ¡Cereza rica!". Doña Rosa no pudo resistirse a la ternura del canino y decidió darle un poco de cerveza de cereza en un platito. Dio lamió con gusto la bebida y pareció sonreír con satisfacción.
Desde ese día, el perro callejero se convirtió en el fiel ayudante de doña Rosa en su fábrica artesanal. Juntos trabajaban duro preparando y embotellando la famosa cerveza de cereza para abastecer a todo el pueblo.
La gente comenzó a notar que desde que Dio estaba involucrado en el proceso, la cerveza sabía aún mejor y les traía alegría y momentos especiales cada vez que la tomaban.
Pero un día fatídico, una tormenta amenazaba con arruinar toda la producción anual justo antes del festival más importante del pueblo. Todos estaban desesperados sin saber qué hacer.
Fue entonces cuando Dio tuvo una brillante idea: llevar a cabo una danza bajo la lluvia para pedirle a los dioses del cielo que detuvieran la tormenta. Confiando en el ingenio del pequeño perro valiente, todos los habitantes se unieron al baile improvisado mientras las gotas caían del cielo oscuro.
Para sorpresa de todos, poco a poco las nubes se fueron disipando hasta revelar un hermoso arcoíris sobre Cerezaluna. La tormenta cesó justo a tiempo para salvar la producción anual de cerveza de cereza gracias al valiente acto liderado por Dio.
El festival fue todo un éxito y desde entonces, cada año se celebra con una gran fiesta donde todos recuerdan cómo el pequeño perro callejero demostró que incluso los más inesperados héroes pueden marcar la diferencia.
Y así fue como en Cerezaluna aprendieron que no importa cuán pequeño o diferente seas; siempre hay bondad en tu corazón capaz de hacer cosas maravillosas si te atreves a creer en ti mismo.
FIN.