Dominga y el Amanecer Mágico
Era una fresca mañana en el barrio de Dominga, una niña de 6 años que amaba la naturaleza más que a nada en el mundo. Ella pasaba horas y horas observando mariposas, rayando su cuaderno con dibujos de flores y escuchando el canto de los pájaros. Sin embargo, había un sueño que aún no había podido cumplir: ver el amanecer.
"Mamá, quiero ver el amanecer!" - le decía cada mañana a su madre, mientras se desperezaba en la cama.
"Pero Dominguita, dormís tan profundo que no hay forma de que despiertes a esa hora," - respondía su mamá riéndose, mientras le acariciaba el cabello.
Entonces, un día, mientras Dominga soñaba con paisajes llenos de colores, tuvo una idea. Decidió hacer una lista de cosas que podría hacer para poder despertarse más temprano. Escribió: "1. Irme a dormir más temprano. 2. Usar un despertador. 3. Pedir ayuda a mis amigos".
Esa noche, Dominga se propuso irse a dormir a las 8 de la noche.
"Bueno, hoy me voy a dormir temprano!" - exclamó emocionada. Y así, se metió en su cama.
Al día siguiente, el despertador sonó muy fuerte, haciendo eco en su habitación.
"Despertà, Dominga!" - decía el despertador, pero ella seguía en una profunda nebulosa de sueños.
Finalmente, se levantó media hora después de haber escuchado el despertador. Al mirar por la ventana, ¡el sol ya estaba bien alto!"Ay, ¡me lo perdí nuevamente!" - lamentó Dominga, mientras se dejaba caer en su cama de nuevo. En ese momento, decidió que necesitaba ayuda. Llamó a sus amigos.
"Hola, Sofi, ¿me ayudarías a despertarme para ver el amanecer?" - le dijo por teléfono.
"¡Claro! Mañana a las 6 te voy a llamar para que no te quedes dormida!" - respondió Sofi entusiasmada.
Al día siguiente, Sonó el teléfono. Era Sofi.
"¡Dominga, despertate! ¡Vamos a ver el amanecer!" - gritó Sofi emocionada.
Apenas le dio tiempo de ponerse su ropa, pero salió corriendo hacia el parque donde se encontraron. El cielo estaba llenándose de bellos tonos naranjas, rosas y lilas. Por fin habían llegado a tiempo.
"¡Mira, Sofi! ¡Es hermoso!" - exclamó Dominga, con los ojos reluciendo de felicidad.
Ambas observaron cómo el sol comenzaba a asomarse por el horizonte. Las flores que antes se veían cerradas empezaron a abrirse, y los pájaros empezaron a cantar con mucha más alegría.
"Esto es mágico, parece una pintura" - dijo Sofi, mientras ambas se sentaban sobre el césped en silencio para disfrutar del momento.
De repente, un grupo de mariposas pasó volando, llenando el aire de colores.
"¡Mirá, Sofi! ¡Me están saludando!" - rió Dominga, sintiendo que el amanecer le estaba dando la bienvenida.
Pasaron esos instantes disfrutando, y cuando terminó, Dominga se sintió increíblemente feliz, orgullosa de haber finalmente cumplido su sueño.
"¡Gracias, Sofi! No podría haberlo logrado sin vos!" - sonrió Dominga.
Desde ese día, Dominga aprendió que con un poco de esfuerzo y la ayuda de sus amigos, uno puede cumplir sus sueños. ¡Y así, cada vez que tenía oportunidad, se despertaba con sus amigos a ver el amanecer juntos!
Descubrieron que cada amanecer era único, y la naturaleza siempre les tenía algo nuevo para ofrecer. Dominga siguió amando la naturaleza, pero observando el amanecer, su amor por el mundo que la rodeaba creció aún más.
Y así, las aventuras de Dominga y sus amigos continuaron, explorando la belleza de la naturaleza, siempre con una sonrisa al comenzar cada nuevo día.
FIN.