Dominic y el Dinosaurio Durmiente
Había una vez en un colorido bosque lleno de árboles altos y flores brillantes, un pequeño dinosaurio llamado Dominic. Dominic no era un dinosaurio cualquiera; ¡era un diplodocus de suaves escamas verdes que le encantaba jugar y divertirse todos los días! Sin embargo, había una cosa que siempre lo ponía un poco triste: era que su mejor amigo, Didi, un dinosaurio triceratops, ¡se pasaba todo el tiempo durmiendo!
Un día, Dominic decidió que no podía seguir así. Mirando a su alrededor, pensó: - ¡Hoy va a ser diferente! ¡Voy a mostrarle a Didi lo divertido que puede ser estar despierto!
Con esa idea en mente, se acercó a la cueva donde siempre dormía su amigo.
- ¡Didi, Didi! - llamó Dominic con su voz emocionada. - ¡Es hora de despertarse! ¡Hoy vamos a jugar!
Didi apenas abrió un ojo y respondió con un gran bostezo:
- Pero Dominic, tengo tanto sueño… tengo que descansar para ser fuerte y grande como un dinosaurio.
Dominic entendía que dormir era importante, pero pensaba que un poco de diversión no le haría daño. Así que le propuso una idea:
- ¿Y si hacemos un trato? Al final del día, podrías dormir todo lo que quieras, ¡pero primero ven a jugar conmigo!
- ¡Está bien! - aceptó Didi, algo dudoso. - ¿Qué tienes en mente?
Dominic saltó de la emoción y decidió que el primer juego sería una carrera hasta la cima de la colina.
- ¡Vamos a ver quién llega primero a la cima! - gritó Dominic, y comenzó a correr tan rápido como sus largas patas se lo permitían. Didi intentó seguirlo, pero rápidamente se cansó y decidió que quizás no era la mejor idea.
- ¡Espera! ¡Estoy muy cansado! - dijo Didi, mientras se sentaba en una piedra a tomar aliento.
Dominic se dio cuenta de que su amigo no podía seguirle el ritmo, así que decidió cambiar de estrategia:
- Bueno, Didi, ¡tengo otra idea! ¿Qué tal un juego más tranquilo? ¿Qué te parece construir un fortín con hojas y ramas?
- Eso suena divertido - respondió Didi, sintiéndose más animado.
Ambos dinosaurios se pusieron a trabajar. Mientras recolectaban hojas y palos, comenzaron a charlar sobre sus cosas favoritas. Dominic le contó a Didi sobre el arcoíris que había visto la semana pasada, y Didi también compartió sus sueños de ser el mejor guardián del bosque.
Con sus fortuitos esfuerzos, al final lograron hacer un impresionante fortín de hojas que los cubría del sol. Los dinosaurios se metieron dentro y, con gran creatividad, comenzaron a hacer juegos de rol. Dominic interpretó a un valiente caballero que protegía su reino, mientras que Didi era el dragón que custodiaba un tesoro mágico.
- ¡Estoy listo para cualquier aventura! - exclamó Dominic. - ¡Nada puede detenerme!
Pero justo en ese momento, un fuerte ruido hizo temblar el suelo. Ambos dinosaurios miraron a su alrededor con temor.
- ¿Qué fue eso? - preguntó Didi, mirando con ojos asustados.
- No lo sé, pero debemos investigar - dijo Dominic con valentía.
Salieron corriendo de su fortín, y descubrieron que un grupo de pequeños dinosaurios traviesos había estado jugando a hacer ruido. Todos estaban saltando y girando, pero eran muy jóvenes para entender que podrían asustar a otros.
- ¡Chicos! - llamó Dominic. - No se asusten, todo está bien. Solo queríamos saber qué estaba ocurriendo.
Uno de ellos, un pequeño velocirraptor, se acercó y, algo avergonzado, dijo:
- Lo sentimos, estábamos intentando jugar un juego nuevo, pero tal vez nos pasamos un poco...
Dominic, al verlos tan desanimados, tuvo otra idea;
- ¿Y si todos jugamos juntos? Podemos hacer un gran juego de aventuras en el bosque y hacer que todos se sientan incluidos. -
Las caras de los pequeños dinosaurios se iluminaron; empezaron a brincar de alegría. Así, todos juntos, crearon un emocionante juego donde cada uno tenía un rol importante. Se repartieron los papeles: Dominic podía ser el gran aventurero, Didi el guardián sabio, y los más pequeños, los valientes exploradores del bosque.
Y así, la tarde se llenó de risas, saltos y gritos de alegría. Todos se divirtieron en grande, aprendiendo a trabajar en equipo y a respetar los sueños y necesidades de los demás.
Al caer el sol, Didi se sintió cansado.
- Sabes, Dominic, me divertí mucho hoy. Tu idea de jugar fue genial y me hizo sentir con energía.
Dominic sonrió, satisfecho de haber conseguido que su amigo pasara un buen día.
- Y ahora, amigo mío, es hora de dormir. ¿Qué tal si hacemos un pacto? Mañana, ¡volveremos a jugar juntos! -
Didi asintió y se acomodó en su cómodo lugar, mientras Dominic se dispersaba un poco más por la pradera para encontrar su lugar. El canto de los grillos acompañó a los dos amigos a un profundo y reparador sueño, llenando su corazón de sueños llenos de aventuras.
- Buenas noches, Didi - murmuró Dominic mientras se dormía.
- Buenas noches, Dominic - contestó Didi con una sonrisa aún en su rostro.
Así, en un hermoso bosque lleno de colores, un dinosaurio aventurero y su mejor amigo se quedaron dormidos, listos para más aventuras al amanecer. Y así aprendieron la importancia de la diversión, el juego y el sueño en sus días.
FIN.