Don Miguel el Pescador y su Gran Sueño



Era una calurosa mañana en la pintoresca villa de Mar Azul. Don Miguel, un pescador de gran corazón y mucha sabiduría, se encontraba preparando su bote, el 'Sueño Azul'. Desde pequeño, Miguel soñaba con atrapar al pez más grande del mar, pero no solo por la fama, sino para demostrar que todo esfuerzo vale la pena y que los sueños sí pueden hacerse realidad.

Un día, mientras organizaba sus redes, su pequeña amiga, Lucía, se acercó saltando de alegría.

"¡Don Miguel, Don Miguel! ¡Contame de nuevo la historia del pez gigante!" - exclamó Lucía, sus ojos brillando como el sol sobre el agua.

"Ah, Lucía, ese pez es un tesoro del océano, muy suave y muy sabio", - respondió Don Miguel, sonriendo "Una vez me dijo que la paciencia y la perseverancia son las claves para lograr cualquier sueño".

Lucía, fascinada, se levantó de un salto y dijo:

"¡Voy a acompañarte a pescar! ¿Podemos salir ya? ¡Quiero ver al pez gigante!".

Don Miguel se rió, pero también se sintió emocionado. Sabía que la aventura sería más divertida si Lucía estaba a su lado.

Así que, tras asegurarse de que todo estaba en orden, se subieron al barco. Cuando llegaron al lugar de pesca, el mar estaba tranquilo, como un espejo que reflejaba el cielo.

Miguel lanzó la caña y comenzó a esperar. Mientras tanto, Lucía le preguntaba:

"¿Y cómo se llama el pez gigante?".

"Lo llamo Sombrero, por su gran aleta que parece un sombrero de copa", - explicó Don Miguel.

Pasaron las horas, y la espera se hacía larga. Lucía comenzó a sentir un poco de cansancio y frustración.

"Don Miguel, ¿y si nunca aparece?".

"No te preocupes, Lucía. A veces, las cosas que más valen la pena llevan tiempo. La paciencia es importante".

En ese momento, de repente, un fuerte tirón en la caña hizo que el corazón de ambos latiera con fuerza.

"¡Mirá, Lucía! ¡Es Sombrero!" - gritó Don Miguel justo antes de luchar con fuerza para sacar al pez del agua.

"¡Dale, Don Miguel! ¡Puedes hacerlo!" - animó Lucía.

Después de un intenso momento de tensión, lograron atraer al pez hacia el bote. Era deslumbrante, con escamas que brillaban como joyas. Pero cuando estuvieron a punto de sacarlo del agua, Don Miguel se detuvo.

"Espera, Lucía. Pensemos un momento". - dijo Miguel.

"¿Qué pasa, Don Miguel?" - preguntó la niña, confundida.

"Este pez es una maravilla. En lugar de atraparlo, deberíamos dejarlo libre. Así los demás también podrán disfrutar de su belleza".

Con una gran sonrisa, Lucía asintió.

"¡Sí! ¡Libertad para Sombrero!".

Así que, con mucho cuidado, Don Miguel y Lucía devolvieron al pez al agua. El pez, al salir, hizo un salto espectacular y giró en el aire.

"¡Adiós, Sombrero! ¡Hasta la próxima!" - gritaron juntos.

Regresaron al puerto cansados pero felices, y Lucía le dio un gran abrazo a Don Miguel.

"Fue la mejor aventura de todas, Don Miguel! No necesitábamos atrapar al pez para tener un gran día".

"Lo importante, Lucía, es que aprendimos que los sueños no siempre son sobre obtener algo, sino sobre disfrutar del camino".

Desde aquel día, Don Miguel y Lucía continuaron saliendo en el 'Sueño Azul', aunque ya no buscaban atrapar al pez gigante. En cambio, disfrutaban del sol, del mar y de cada aventura que se les presentaba. A veces lograban pescar, a veces no, pero siempre regresaban a casa con el corazón lleno de alegría y nuevas historias que contar.

Y así, en la pintoresca villa de Mar Azul, Don Miguel estaba convencido de que los grandes sueños no siempre necesitan ser alcanzados para ser valiosos, porque cada momento vivido es una joya para recordar.

Por esa razón, la villa se llenó de risas y sueños, y más niños comenzaron a acompañar a Don Miguel, aprendiendo con cada salida que la verdadera belleza de los sueños está en la “caza”, y no solo en la captura.

FIN.

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