Doña Clementina en París

Doña Clementina queridita, la achicadora, era conocida por su habilidad para achicar todo lo que se proponía. Un día, decidió que quería visitar París, la ciudad del amor y la moda. A pesar de que le preocupaba que todo en París fuera demasiado grande para su gusto de achicar las cosas, decidió aventurarse y ver qué podía aprender de la ciudad parisina.

Al llegar a París, Doña Clementina quedó impresionada por la majestuosidad de la Torre Eiffel y la belleza de los Campos Elíseos. Sin embargo, su instinto de achicar siempre estaba presente, por lo que comenzó a mirar todo a su alrededor con ojos de achicadora.

Un día, mientras paseaba por un mercado de pulgas, vio un hermoso vestido que le llamó la atención. "¡Ay, qué vestido tan grande!", exclamó Doña Clementina. La dueña de la tienda, una mujer amable, se acercó y le dijo: "Señora, en París apreciamos la grandeza y la elegancia en las cosas. Pero también valoramos la delicadeza y el detalle. A veces, es importante dejar las cosas como son para apreciar su belleza única". Las palabras de la mujer resonaron en la mente de Doña Clementina, y reflexionó sobre la importancia de no achicar todo a su alrededor.

A partir de ese día, Doña Clementina decidió abrir su mente a nuevas perspectivas y a apreciar la grandeza de las cosas sin sentir la necesidad de achicarlas. Aprendió a disfrutar de la exquisita comida y del arte impresionante que París tenía para ofrecer, sin tratar de cambiarlos. Al regresar a su hogar, Doña Clementina compartió sus experiencias con su familia y amigos, transmitiéndoles la importancia de aceptar la grandeza de las cosas tal como son.

Doña Clementina en París es una historia inspiradora sobre la apertura a nuevas experiencias y la aceptación de la grandeza. Enseña a los niños la importancia de valorar la diversidad y la belleza única de cada cosa en el mundo, sin tratar de cambiarlas. Además, resalta la importancia de tener una mente abierta y estar dispuesto a aprender de culturas diferentes.