Donde los animalitos se ayudan



Había una vez, en una casa con un hermoso jardín, que pertenecía a la abuela Rosa. Sus adorables primitos, Sofía y Mateo, estaban emocionados por pasar el día con ella, ya que sabían que en el jardín siempre ocurrían cosas maravillosas.

Cuando llegaron a la casa de la abuela, corrieron al jardín con gran entusiasmo. En ese momento, descubrieron que el lugar estaba lleno de vida: mariposas revoloteando, gusanitos correteando, hormiguitas trabajando en fila, abejitas zumbando, chapulines saltando y grillos cantando.

Los primitos se acercaron con curiosidad a un grupo de mariposas que revoloteaban alrededor de unas flores. '¡Hola amigas!', saludó Sofía con una sonrisa. Las mariposas, con delicadeza, le contaron que estaban recolectando polen para ayudar a la abuela Rosa a que sus flores crecieran hermosas. 'Wow, qué importante es tu trabajo', exclamó Mateo admirado.

Pronto, se encontraron con un gusanito que intentaba subir por un tallo de planta. '¿Necesitas ayuda?', preguntó Mateo con amabilidad. El gusanito asintió con timidez, y juntos lograron que el pequeño gusanito alcanzara la cima. Agradecido, el gusanito les explicó que, aunque era pequeño, su esfuerzo era vital para el jardín.

De repente, vieron a un grupo de hormiguitas llevando hojas suculentas hacia su hormiguero. '¿Por qué trabajan tanto?', preguntó curiosa Sofía. Una de las hormiguitas les explicó que estaban recolectando alimento para su colonia, y que gracias al esfuerzo conjunto podían sobrevivir.

Más tarde, encontraron a una abejita muy ocupada recogiendo néctar de las flores. 'Estoy ayudando a hacer miel para la abuela', dijo la abejita con entusiasmo. 'La abuela hace miel?', preguntó sorprendido Mateo. 'Sí, y a cambio nos da un hogar en su jardín', respondió la abejita mientras continuaba con su tarea.

Al acercarse al estanque, observaron a los chapulines y grillos colaborando para mantener el equilibrio en el ecosistema. 'Nunca imaginé que en el jardín todos trabajaran juntos', exclamó Sofía maravillada. La abuela Rosa, que los observaba desde lejos, se acercó sonriente y les dijo: 'En el jardín, cada ser vivo cumple un rol importante. Aunque seamos pequeños, nuestro esfuerzo y colaboración pueden lograr grandes cosas'.

Asombrados por lo que habían presenciado, los primitos entendieron que, al igual que los animalitos del jardín, ellos también podían ayudar a los demás. A partir de ese día, se convirtieron en grandes protectores del jardín de la abuela, asegurándose de mantenerlo limpio y seguro para que todos los animalitos pudieran seguir ayudándose mutuamente.

Y así, entre risas y aventuras, los primitos aprendieron una valiosa lección: que trabajar juntos y ayudarse unos a otros es la mejor manera de construir un mundo mejor.

FIN.

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