Dora y el Vuelo de la Mariposa



Había una vez, en la hermosa selva de Perú, una niña llamada Dora. Era una aventurera valiente y curiosa a quien le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas.

Un día soleado, mientras caminaba por el bosque, vio volar una mariposa de colores brillantes. Dora se acercó con cuidado a la mariposa y le dijo: "¡Hola! Soy Dora, ¿quieres jugar conmigo?". La mariposa parecía entenderla y comenzaron a jugar juntas entre los árboles.

Dora seguía a la mariposa mientras esta volaba de un lado a otro. De repente, la mariposa desapareció detrás de unos arbustos. Dora corrió tras ella y se encontró con un río cristalino que atravesaba el bosque.

La niña no sabía nadar, pero eso no detuvo su espíritu aventurero. Buscó algo flotante para usar como balsa y encontró unas ramas largas que podían servirle. Con mucho cuidado, construyó su propia balsa improvisada y se subió en ella.

Mientras navegaba por el río, Dora vio animales exóticos como monos juguetones saltando de árbol en árbol y coloridos pájaros cantando melodías dulces. Siguiendo el vuelo de la mariposa, llegó hasta una cascada impresionante.

Dora quedó asombrada por la belleza del lugar, pero también sintió miedo al ver lo alto que era el salto de agua. Sin embargo, recordó que debía ser valiente y no dejar que el miedo la detuviera.

Decidió escalar por las rocas resbaladizas al lado de la cascada, agarrándose fuerte a cada saliente. Con mucho esfuerzo y determinación, logró llegar a la cima. Allí estaba la mariposa esperándola, revoloteando felizmente. "¡Lo logramos!", exclamó Dora emocionada.

La mariposa parecía sonreírle mientras volaba a su alrededor. Juntas, continuaron explorando el bosque y descubriendo secretos ocultos en cada rincón. Después de un tiempo, Dora se dio cuenta de que ya era hora de regresar a casa.

Agradeció a la mariposa por haberla guiado en esta increíble aventura y prometió volver algún día. Mientras caminaba de regreso por el bosque, Dora se sintió llena de alegría y satisfacción por todo lo que había aprendido durante su día de juegos con la mariposa.

Ahora sabía que podía superar cualquier obstáculo si se mantenía valiente y perseverante. Desde aquel día, Dora siguió explorando el mundo con una actitud positiva y curiosa.

Siempre recordaría esa experiencia especial en la selva peruana junto a su amiga mariposa como un recordatorio de que los sueños pueden hacerse realidad si uno está dispuesto a tomar riesgos y creer en sí mismo.

Y así termina nuestra historia infantil inspiradora sobre cómo Dora jugaba con una bella mariposa en la selva de Perú.

FIN.

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