Doroteo, el niño pobre
En un pequeño pueblo de Argentina, vivía un niño llamado Doroteo. Él era muy querido por todos, pero a menudo no tenía suficiente dinero para comprar cosas que otros niños consideraban normales, como juguetes o golosinas. Sin embargo, había algo en Doroteo que lo hacía diferente: su curiosidad y su gran imaginación.
Un día, mientras caminaba por el mercado buscando algo que comer, se encontró con una caja abandonada en un rincón. Al acercarse, vio que estaba llena de piezas de madera de diferentes formas y tamaños. Doroteo sintió que era su día de suerte. Tomó la caja y se fue a su casa, donde comenzó a experimentar con las piezas.
"Si juntamos estas piezas, puedo construir un barco de madera" - pensó mientras organizaba las piezas en el suelo de su habitación.
Doroteo se esforzó y, después de horas de trabajo, finalmente logró armar un pequeño barco que no solo se veía genial, sino que también navegaba por el arroyo del barrio. A los pocos días, sus amigos comenzaron a notar su creación.
"¡Doroteo, ese barco está espectacular!" - exclamó Anita, una de sus amigas. "¿Podés hacer uno para mí también?"
"Claro, pero necesito más madera. Podemos buscar juntos en el mercado, seguro encontramos algo" - respondió Doroteo con entusiasmo.
Así, un grupo de amigos decidió ayudar a Doroteo a buscar piezas de madera. Juntaron restos de cajas viejas, palets y cualquier cosa que pudiera ser reutilizada. Cada vez que encontraban madera, Doroteo iluminaba su rostro y aseguraba que en su taller podían crear maravillas.
Con el tiempo, comenzaron a construir más barcos y también otros juguetes: carritos, casas, animales. Y lo más importante, compartían cada nueva creación con los demás niños del pueblo. Aunque Doroteo no tuviera dinero, había en su corazón una infinita riqueza: la creatividad.
Un día, un hombre mayor que pasaba por el mercado se detuvo a admirar el trabajo de los niños.
"¿Quién hizo estas obras de arte?" - preguntó, sorprendido.
"¡Fue Doroteo!" - respondieron todos al unísono.
"¿Te gustaría mostrarlas en la feria del pueblo?" - propuso el hombre con una sonrisa.
Doroteo no podía creer lo que escuchaba. La feria era un evento muy esperado por todos los chicos, y tener la oportunidad de exhibir sus juguetes era un sueño hecho realidad.
"¡Sí, sí!" - gritó Doroteo emocionado. "Podemos invitar a todos los niños del pueblo. Será una gran fiesta."
Y así fue, todos juntos organizaron un puesto en la feria. Decoraron el lugar con globos de colores y exhibieron con orgullo cada uno de sus juguetes. La gente empezó a recorrer su puesto, se detenían a admirar la creatividad y el esfuerzo de los niños. Pronto comenzaron a hacer fila para comprar. Aunque Doroteo nunca había pensado en vender sus creaciones, lo hizo porque quería compartir la alegría que había sentido al hacerlas.
El día de la feria fue un éxito. Doroteo y sus amigos lograron vender todos los juguetes y, para su sorpresa, también recibieron donaciones de varias personas que querían ayudarles a seguir creando.
Al final del día, Doroteo se sentó con sus amigos a contar lo que habían logrado. "No solo logramos vender nuestros juguetes, sino que hicimos felices a muchos chicos. Espero que podamos seguir creando juntos" - dijo, lleno de satisfacción.
"No se trata de la plata, sino de lo que hacemos y cómo lo hacemos" - afirmó Anita.
Así, Doroteo, el niño que no tenía mucho dinero, aprendió que la verdadera riqueza no se mide en monedas, sino en la creatividad, la amistad y la alegría que se comparte. Junto a sus amigos, continuaron creando juntos, nunca se detuvieron, y cada vez más niños se unieron a su aventura.
Y así, el pequeño Doroteo se convirtió en el niño más rico del pueblo, no por lo que tenía, sino por lo que era capaz de crear y compartir con los demás.
FIN.