Dorothea y la victoria en la cancha


Dorothea y Maia eran inseparables, como dos gotas de agua. Dorothea amaba jugar voley, pero últimamente se sentía desanimada porque no lograba bloquear los ataques de sus rivales y sus saques no eran tan potentes como le hubiera gustado.

A pesar de eso, siempre admiraba a sus compañeras del equipo cuando brillaban en la cancha. Un día, durante un partido importante, Dorothea cometió varios errores que costaron puntos al equipo. Se sintió frustrada y decepcionada consigo misma.

Al final del partido, Maia se acercó a ella con una sonrisa cálida. "¿Qué te pasa, Dorito? Sé que puedes hacerlo mucho mejor", dijo Maia. Dorothea bajó la mirada y suspiró. "No sé qué me pasa, Mai.

Siento que no mejoro en nada. "Maia le tomó las manos con firmeza. "Tienes que creer en ti misma, Dorito. Todos tenemos malos días, pero lo importante es seguir adelante y nunca rendirse.

"Dorothea asintió lentamente, dejando que las palabras de su amiga calaran hondo en su corazón. Esa noche, mientras pensaba en lo ocurrido en el partido, recordó uno de sus sueños más grandes: vivir en Canadá. Al día siguiente, Dorothea decidió cambiar su actitud.

Se propuso practicar más duro que nunca para mejorar su juego y ayudar a su equipo a alcanzar la victoria.

Con el apoyo incondicional de Maia y el resto de sus compañeras, Dorothea comenzó a notar pequeñas mejoras en su desempeño. Finalmente llegó el día de otro partido importante. El marcador estaba muy parejo y el equipo necesitaba un punto para ganar el juego. Era el turno de Dorothea para sacar.

Respiró hondo y lanzó la pelota con determinación. Su saque fue imparable y directo al campo rival; era un ace perfecto que aseguraba la victoria para su equipo. Todos celebraron emocionados mientras rodeaban a Dorothea entre abrazos y felicitaciones.

En ese momento supo que había encontrado la clave: creer en sí misma y nunca rendirse ante los obstáculos. Desde entonces, Dorothea siguió practicando duro cada día, disfrutando cada momento sobre la cancha junto a sus amigas.

Y aunque todavía tenía mucho por aprender, sabía que con esfuerzo y perseverancia podía alcanzar cualquier sueño que se propusiera.

Y así fue como Dorothea descubrió que el verdadero valor está en nunca darse por vencido y confiar en uno mismo para brillar como las estrellas en el cielo nocturno.

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