Dos caras de Ana


Había una vez una niña llamada Ana, que solía ser muy feliz y segura de sí misma. Pero un día, comenzó a sentir como si ya no fuera la misma persona.

Actuaba diferente cuando estaba con diferentes personas y ya no se reconocía a sí misma. Un día, mientras caminaba por el parque, se encontró con su amiga Lola. -Hola Ana, ¿cómo estás? -preguntó Lola. Ana suspiró y respondió: -No estoy bien, Lola.

Me siento como si fuera un doble de mí misma. Ya no soy yo cuando estoy con diferentes personas. Lola la miró preocupada y le dijo: -Tal vez necesites hablar con alguien sobre tus sentimientos.

Puedes hablar con tu familia o amigos cercanos para que te den apoyo. Ana asintió pero aún tenía miedo de compartir sus sentimientos con los demás. Así que decidió buscar ayuda en libros de autoayuda y en internet.

Mientras investigaba, descubrió que muchas personas también habían pasado por lo mismo que ella y había encontrado maneras de superarlo. Ana aprendió técnicas para ser más consciente de sí misma y cómo expresar sus verdaderos sentimientos sin tener miedo al rechazo.

Poco a poco, empezó a recuperar su confianza en sí misma y volvió a ser la persona segura y feliz que solía ser antes. Un día, mientras caminaba por el parque nuevamente, se encontró con Lola otra vez.

Esta vez fue diferente porque Ana estaba sonriendo genuinamente. -Hola Lola! Gracias por darme el consejo adecuado hace unos meses atrás! Ahora me siento mucho mejor! Lola sonrió felizmente y respondió: -Me alegra mucho escuchar eso, Ana. Siempre estoy aquí para apoyarte.

Desde ese día en adelante, Ana se aseguró de ser fiel a sí misma y no cambiar su personalidad para complacer a los demás.

Aprendió que la verdadera felicidad viene de ser auténtica consigo misma y rodearse de personas que la aceptan tal como es.

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