Dos corazones indomables



Había una vez en una hermosa chacra, dos caballos llamados El Alazán y el Malacra. Ambos vivían felices corriendo por los campos verdes y disfrutando del sol.

Un día, mientras exploraban los alrededores de la chacra, escucharon un rumor emocionante: había un lugar mágico más allá de las colinas donde los caballos podían ser libres para siempre. Sin pensarlo dos veces, decidieron escapar y buscar ese lugar maravilloso. Así que juntos emprendieron su aventura.

Pero pronto se dieron cuenta de que no sería tan fácil como pensaban. En su camino hacia la libertad, se encontraron con un gran río lleno de agua cristalina.

El Alazán miró preocupado a Malacra y dijo: "¡No podemos cruzar este río! No sabemos nadar". Malacra respondió con valentía: "No te preocupes, amigo mío. Juntos encontraremos una solución". Entonces, El Alazán tuvo una idea brillante.

Buscaron troncos flotantes y construyeron un puente improvisado para poder cruzar el río sin mojarse. Continuaron su viaje y llegaron a un espeso bosque lleno de árboles altos y oscuros. Los sentidos agudos del Malacra detectaron algo extraño en el aire. De repente, apareció un enorme oso gruñendo frente a ellos.

El Alazán tembló de miedo mientras el oso se acercaba lentamente. Pero Malacra no perdió la calma e intentó tranquilizar al oso diciéndole: "Señor Oso, estamos en busca de la libertad. No queremos causar ningún problema".

El oso se detuvo y miró a los caballos con curiosidad. Dijo: "Si realmente están buscando la libertad, sigan su camino y no causen problemas en el bosque". Los caballos agradecieron al oso por su amabilidad y continuaron su viaje.

Después de superar muchos obstáculos más como montañas empinadas y campos llenos de espinas, finalmente llegaron a un enorme muro que parecía imposible de escalar. El Alazán estaba desanimado y dijo: "No podemos seguir adelante, Malacra. Este muro es demasiado alto".

Malacra sonrió y respondió: "¡Nunca subestimes nuestro espíritu aventurero! Vamos a encontrar una manera". Entonces, El Alazán tuvo otra idea brillante.

Buscaron piedras grandes y las apilaron una encima de la otra hasta formar una escalera improvisada que les permitiera escalar el muro. Finalmente, después de tanto esfuerzo y determinación, lograron llegar al otro lado del muro. Allí encontraron un vasto prado verde donde podían correr libremente sin restricciones.

El Alazán y el Malacra se miraron el uno al otro con alegría mientras galopaban felices por su nuevo hogar. Este cuento nos enseña que si creemos en nosotros mismos y somos valientes para enfrentar los obstáculos que se presenten en nuestra vida, siempre encontraremos una solución.

La amistad también juega un papel importante ya que juntos podemos superar cualquier desafío que se nos presente. Y así, los caballos vivieron felices y libres para siempre, disfrutando de su nueva vida en el prado verde.

El Alazán y el Malacra se convirtieron en un ejemplo para todos los animales de la chacra, demostrando que con determinación y amistad, todo es posible.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!