Drago, el guardián de la playa



Había una vez, en una playa lejana, un enorme dragón negro que dormía plácidamente bajo el cálido sol.

Su nombre era Drago y era conocido por ser el guardián de la playa, protegiendo a todos los animales marinos que habitaban en ella. Un día, mientras Drago dormía tranquilamente, un grupo de niños curiosos se acercó a él. Al principio tenían miedo, pero al verlo tan sereno decidieron acercarse con cuidado.

"¡Miren qué hermoso es este dragón!" exclamó Valentina, la más valiente del grupo. Los niños comenzaron a rodear a Drago y observaron maravillados sus escamas relucientes y su suave respiración.

De repente, uno de los niños tropezó y cayó sobre una roca grande que provocó un estruendoso ruido. Drago despertó sobresaltado y abrió lentamente sus ojos amarillos. Al ver a los niños frente a él sonrió con amabilidad y les dijo:"Buenos días, pequeños exploradores.

¿Qué los trae por aquí?"Los niños se quedaron sin palabras ante la imponente presencia del dragón parlante. "Somos unos curiosos aventureros que queríamos conocerte, señor Dragón", respondió Valentina con timidez. Drago rió con su voz profunda y les invitó a sentarse junto a él en la arena para charlar.

Les contó historias sobre los tesoros del fondo del mar, las ballenas cantoras y las estrellas de mar brillantes.

Con el correr de las horas, los niños descubrieron que Drago no era como decían las leyendas: no era feroz ni malvado, sino todo lo contrario. Era sabio, amable y protector con todos los habitantes de la playa. De repente, un grito desgarrador interrumpió la paz del momento.

Era Martín, un pescador atrapado en una red en medio del mar agitado por una tormenta. Sin dudarlo un segundo, Drago extendió sus alas enormes y voló hacia donde se encontraba Martín.

Con su aliento ardiente logró romper la red que lo aprisionaba y lo llevó sano y salvo hasta la orilla donde los demás esperaban preocupados. "¡Gracias mil gracias por salvarme!" balbuceaba Martín entre lágrimas de emoción mientras abrazaba al bondadoso dragón negro. Desde ese día en adelante, Drago se convirtió en el héroe de la playa.

Los animales lo aclamaban como su protector y los niños disfrutaban cada tarde escuchando sus fascinantes historias sobre el mundo submarino.

Y así fue como aquel dragón negro durmiendo en una playa se ganó el corazón de todos demostrando que no siempre las apariencias reflejan quién realmente somos en nuestro interior.

FIN.

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