Dragones de corazón


Había una vez en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Valentina. Ella era valiente y decidida, pero también tenía un gran corazón.

Al otro lado del reino vivía un caballero llamado Diego, quien siempre estaba dispuesto a proteger a los más débiles. Un día, mientras Valentina paseaba por el bosque encantado, escuchó un ruido extraño proveniente de una cueva cercana. Decidida a investigar, se adentró en la oscuridad con cautela.

Fue entonces cuando descubrió a dos dragones: uno pequeñito y amigable llamado Lucas, y otro gigantesco conocido como Titán. - ¡Hola! ¿Quiénes son ustedes? - preguntó Valentina con curiosidad.

- ¡Soy Lucas! Y este es mi amigo Titán - respondió el pequeño dragón mientras señalaba al imponente reptil. Valentina notó que Titán parecía triste y enfadado. Se acercó con cuidado para hablarle:- ¿Qué te pasa, Titán? Pareces preocupado.

El gigante suspiró profundamente antes de responder:- Soy considerado un monstruo por todos en el reino debido a mi apariencia intimidante. Pero en realidad solo quiero ser aceptado y tener amigos. La princesa miró alrededor y tuvo una idea brillante:- ¡Tengo una idea! Ven conmigo al castillo y habla con mi padre, el rey.

Seguro que puede ayudarnos a encontrar una solución para que todos puedan verte como realmente eres. Titán dudaba de su propuesta pero decidió darle una oportunidad. Juntos, caminaron hacia el castillo y se encontraron con Diego, el caballero valiente.

- ¡Hola, amigos! ¿En qué puedo ayudarles? - preguntó Diego amablemente. Valentina explicó la situación y todos juntos fueron a ver al rey.

Este escuchó atentamente sus palabras y reflexionó durante un momento antes de dar su solución:- Titán, te nombraré guardián del reino. Serás responsable de proteger a nuestros ciudadanos y demostrarles tu nobleza y bondad. Titán aceptó emocionado la propuesta del rey.

A partir de ese día, él se convirtió en el protector del reino, cuidando de cada uno de sus habitantes con ternura y valentía. Poco a poco, los ciudadanos comenzaron a darse cuenta de que Titán no era un monstruo malvado, sino un ser amable y generoso.

La princesa Valentina y el caballero Diego hicieron todo lo posible para enseñarles a todos que las apariencias pueden engañar. Con el tiempo, los dragones Lucas y Titán se convirtieron en grandes amigos del pueblo.

Los niños disfrutaban jugando con ellos en los campos verdes mientras aprendían importantes lecciones sobre la importancia de no juzgar por las apariencias. Y así fue como una princesa decidida, un caballero valiente y dos dragones extraordinarios lograron cambiar la percepción del mundo entero sobre aquellos que parecían diferentes.

Juntos demostraron que todos merecen amor y respeto sin importar cómo luzcan por fuera. Desde entonces, nadie volvió a llamar monstruo a Titán porque ahora sabían que era un protector noble y amigable.

Y el reino vivió en armonía, recordando siempre la valiosa lección de aceptación y amistad que enseñaron Valentina, Diego, Lucas y Titán.

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