Drako, el pequeño dragón luminoso


Había una vez en un lejano y colorido reino, un pequeño dragón llamado Drako. A diferencia de los demás dragones, a Drako no le gustaba comer carne ni asar cosas con su fuego.

En cambio, disfrutaba de las frutas y verduras que crecían en el valle encantado. Drako vivía felizmente en su cueva junto a sus amigos, los animales del bosque. Todos los días, salían juntos a explorar y descubrir nuevas plantas para probar.

Sin embargo, había algo que entristecía al pequeño dragón: no podía lanzar fuego como sus compañeros. Un día soleado, mientras volaban sobre la pradera verde, se encontraron con una oveja extraviada llamada Lana.

Ella estaba muy cansada y tenía miedo de no encontrar su camino de regreso a casa. "¡Hola! ¡Soy Drako y estos son mis amigos! ¿Necesitas ayuda?", preguntó amablemente el pequeño dragón. Lana miró con cautela al grupo y respondió: "Sí, estoy perdida y tengo mucho frío.

Necesito volver con mi dueña antes de que anochezca". Drako sintió empatía por la ovejita perdida y decidió ayudarla. Pero sin su fuego para guiar el camino en la oscuridad, pensó que sería difícil encontrar el camino correcto.

De repente, tuvo una idea brillante. Recordó que cuando intentaba lanzar fuego por la boca solo salía humo. Entonces pensó: "Quizás pueda usar ese humo para crear señales luminosas".

Sin perder tiempo, Drako tomó aire y sopló suavemente, dejando escapar un denso humo azul. El humo se elevó en el aire y comenzó a brillar con una luz mágica. "¡Mira! ¡Es como una estrella fugaz!", exclamaron los animales del bosque maravillados.

Lana, sorprendida por la belleza de la señal luminosa, siguió atentamente el camino que marcaba el humo. Pronto encontraron a la dueña de Lana, quien estaba muy preocupada buscándola.

La dueña abrazó a Lana con alegría y le dio las gracias a Drako y sus amigos por ayudarla a encontrarla. Drako sonrió orgulloso al saber que había podido ayudar sin necesidad de lanzar fuego.

A partir de ese día, Drako descubrió que su habilidad única para crear señales luminosas era valiosa para todos en el reino. Ayudaba a las personas perdidas a encontrar su camino y guiaba a los animales durante las noches oscuras.

Todos en el reino aprendieron a valorar las diferencias de Drako y reconocieron que no siempre es necesario ser igual o hacer lo mismo que los demás para ser útil y especial. Drako se convirtió en un héroe querido por todos, demostrando que cada uno tiene talentos especiales y únicos.

Aunque no pudiera lanzar fuego como los otros dragones, su humo luminoso era un regalo invaluable para aquellos que necesitaban ayuda. Y así, vivieron felices para siempre en el colorido reino donde la diversidad era celebrada por todos sus habitantes.

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