Dreams on the Field
Había una vez un niño llamado Stefano, a quien le apasionaba el fútbol. Desde muy pequeño, soñaba con convertirse en un gran jugador y jugar en los estadios más importantes del mundo.
Pero había un problema: Stefano no tenía una pelota de fútbol propia. Todos los días, Stefano iba a la cancha del barrio para ver cómo los chicos jugaban al fútbol con sus pelotas brillantes y nuevas.
Él se quedaba mirando desde afuera, deseando poder participar y sentir la emoción de patear un gol. Un día, mientras observaba desde lejos, vio que uno de los chicos se acercó a él sosteniendo una pelota en sus manos. Era su amigo Martín. "Hola Stefano", dijo Martín.
"He visto cómo vienes todos los días a la cancha a mirar el partido. ¿Por qué no te unes a nosotros?"Stefano sonrió emocionado y respondió: "¡Me encantaría! Pero no tengo una pelota".
Martín levantó la pelota que llevaba consigo y dijo: "No te preocupes, tengo una idea". Juntos caminaron hacia el centro del campo donde estaban jugando los demás niños. "¡Atención todos!", gritó Martín para llamar la atención de sus amigos.
"Tenemos un nuevo jugador en nuestro equipo". Los chicos se detuvieron y miraron sorprendidos al ver a Stefano parado junto a Martín sin una pelota en las manos. "¿Cómo vamos a jugar si no tienes una pelota?", preguntó uno de ellos.
Martín sonrió y explicó: "Vamos a usar esta línea imaginaria como nuestra pelota. Stefano será el encargado de pasarla y hacer los goles". Los chicos se miraron entre sí, intrigados por la idea. Pero decidieron darle una oportunidad a Stefano.
El partido comenzó y Stefano se movía con agilidad, pasando la —"pelota" invisible a sus compañeros y marcando goles espectaculares en la portería imaginaria. Todos quedaron impresionados por su habilidad para jugar sin una pelota real.
Mientras jugaban, un hombre mayor que estaba sentado en una silla cercana observaba atentamente el partido. Se acercó a ellos y les preguntó: "¿Qué están haciendo?""Estamos jugando al fútbol", respondió Martín. "Pero nuestro amigo Stefano no tiene una pelota".
El hombre sonrió y sacó una pelota de fútbol de su mochila. Era brillante y nueva. "Aquí tienen", dijo el hombre entregándole la pelota a Stefano. "Quiero que sigas jugando al fútbol y persiguiendo tus sueños".
Stefano estaba emocionado mientras recibía la pelota en sus manos. "¡Gracias!", exclamó Stefano con alegría. "Ahora puedo jugar con todos ustedes".
A partir de ese día, Stefano se convirtió en uno de los mejores jugadores del barrio gracias a su dedicación y amor por el juego.
Nunca olvidaría aquel momento en el que aprendió que no necesitaba tener todo lo material para disfrutar del fútbol; solo necesitaba pasión, determinación ¡y un poco de imaginación! Y así, Fútbol Stefano demostró que los sueños pueden hacerse realidad, incluso cuando las cosas parecen imposibles.
FIN.