Driblando hacia el sueño argentino


Había una vez en La Rioja, un pibe llamado Luciano que tenía un gran amor por el básquet.

Desde pequeño, se pasaba las tardes enteras en la cancha del club Sportivo Güemes practicando tiros libres y dribles con sus amigos. Un día soleado, mientras Luciano estaba entrenando duro para mejorar su juego, escuchó a lo lejos a un grupo de chicos hablando sobre la selección Argentina de básquet.

Su corazón se aceleró y supo en ese momento cuál era su sueño: jugar en la selección nacional. Decidido a alcanzar su meta, Luciano se esforzó más que nunca en cada entrenamiento.

Pasaba horas practicando lanzamientos y perfeccionando su técnica, siempre con una sonrisa en el rostro y el balón como su mejor amigo. Con el tiempo, Luciano comenzó a destacarse en los partidos del club Sportivo Güemes.

Su dedicación y pasión por el básquet inspiraban a sus compañeros de equipo a dar lo mejor de sí mismos en cada juego. Un día, durante un torneo regional, un cazatalentos de la selección Argentina vio jugar a Luciano y quedó impresionado por su habilidad en la cancha.

Se acercó al final del partido y le dijo:"¡Eres increíble, Luciano! Tienes un talento natural para el básquet. ¿Te gustaría venir a probar tuerte con nosotros?"Los ojos de Luciano se iluminaron de emoción al escuchar esas palabras.

¡Su sueño estaba más cerca que nunca! Sin embargo, llegar a la selección no sería fácil. Luciano tendría que enfrentarse a jugadores muy talentosos de todo el país durante las pruebas de selección. Pero él no se amedrentó; sabía que con esfuerzo y determinación podría lograrlo.

Las pruebas fueron intensas y competitivas, pero Luciano demostró todo su potencial en cada ejercicio. Su pasión por el básquet brillaba con fuerza y contagiaba a todos los presentes.

Al finalizar las pruebas, llegó el momento decisivo: anunciarían quiénes serían los nuevos integrantes de la selección Argentina de básquet. El corazón de Luciano latía fuerte mientras esperaba nervioso junto con sus compañeros. El seleccionador tomó la palabra y dijo:"Los nuevos integrantes del equipo son...

¡Luciano!"Una explosión de alegría invadió la cancha mientras todos felicitaban a Luciano por haber cumplido su sueño.

Ahora tendría la oportunidad no solo de representar a su país en las competencias internacionales, sino también de seguir creciendo como jugador junto a los mejores del país. Desde ese día, Luciano siguió trabajando duro para mejorar cada aspecto de su juego. Siempre recordaba que llegar lejos requiere sacrificio y constancia, pero que con amor por lo que haces nada es imposible.

Y así fue como aquel pibe apasionado por el básquet logró convertirse en una estrella dentro y fuera de la cancha, inspirando a muchos otros niños y niñas a perseguir sus propios sueños con valentía e ilusión.

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