Drogui, el dragón amigo


Miguel era un niño muy creativo y siempre estaba dibujando. Le gustaba imaginar mundos fantásticos y personajes sorprendentes que plasmaba en sus cuadernos con lápices de colores.

Una tarde, después de haber pasado horas garabateando, Miguel se sintió cansado y decidió dejar su obra a medio hacer para ir a jugar afuera con sus amigos. Mientras corría por el parque, vio algo que lo dejó sin aliento: uno de sus dibujos había cobrado vida y caminaba frente a él.

Era un dragón verde con escamas brillantes que movía la cola con entusiasmo mientras inspeccionaba el mundo que lo rodeaba. - ¡No puedo creerlo! -exclamó Miguel emocionado-.

¡Eres real! El dragón le dedicó una sonrisa amistosa y asintió con la cabeza. Al ver la reacción del niño, decidió presentarse:- Hola, mi nombre es Drogui. Soy el amigo que creaste en tu dibujo. Miguel no podía estar más feliz.

Había creado un ser mágico y ahora tenía la oportunidad de conocerlo en persona. Juntos corrieron por el parque, saltaron charcos de agua e incluso volaron sobre los árboles gracias a las alas del dragón. Sin embargo, pronto descubrieron que no todo era diversión y juegos.

Un grupo de niños mayores comenzaron a burlarse de ellos cuando vieron al dragón volar sobre sus cabezas. - ¿Qué es eso? -dijo uno señalándolo con desprecio-. Debe ser otro estúpido dibujo tuyo. Miguel se sintió triste y avergonzado.

No quería que nadie se burlara de su amigo, pero no sabía cómo defenderlo.

Drogui notó la tristeza del niño y decidió intervenir:- ¿Por qué te preocupas por lo que dicen los demás? Lo importante es que tú crees en mí y yo creo en ti. Juntos podemos hacer cosas maravillosas. Miguel entendió el mensaje de Drogui.

Aunque a veces las personas pueden ser crueles o desagradables, él debía confiar en sí mismo y en sus capacidades para crear cosas increíbles. Con esa lección aprendida, Miguel y Drogui siguieron explorando el mundo juntos, enfrentando obstáculos con valentía y siempre recordando que la amistad verdadera no tiene límites.

Desde entonces, Miguel nunca dejó de dibujar, siempre con la esperanza de dar vida a nuevos amigos mágicos como Drogui.

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