Duendes astronómicos


Martín y Olivia eran dos duendes muy curiosos y aventureros. Siempre estaban buscando nuevas formas de divertirse y aprender cosas nuevas. Un día, mientras jugaban en el jardín del bosque encantado, vieron una estrella fugaz cruzar el cielo.

"¡Oh, mira esa estrella fugaz! ¡Debemos pedir un deseo!", exclamó Martín emocionado. Olivia asintió con entusiasmo y ambos cerraron los ojos para hacer su deseo.

Cuando los abrieron, se encontraron flotando en el espacio rodeados de planetas y estrellas relucientes. "¡Increíble! ¡Estamos en el espacio!", gritó Olivia emocionada. Mientras exploraban las maravillas del universo, divisaron una nave espacial que parecía estar averiada. Decidieron acercarse para ver si podían ayudar.

Al llegar a la nave, encontraron al astronauta de la Catedral de Salamanca luchando por repararla. "Hola, señor astronauta. ¿Necesita ayuda?", preguntó Martín con amabilidad.

El astronauta miró sorprendido a los pequeños duendes antes de responder: "¡Claro que sí! Mi nombre es Pedro y estoy tratando de arreglar esta nave para volver a casa". Martín y Olivia se ofrecieron a ayudarlo con mucho entusiasmo. Juntos trabajaron durante horas hasta que finalmente lograron reparar la nave espacial. "Muchas gracias por su ayuda", dijo Pedro emocionado.

"Les estaré eternamente agradecido". "No hay problema", respondió Olivia sonriendo. "Nos encanta ayudar y aprender cosas nuevas". Pedro invitó a los duendes a unirse a él en su viaje de regreso a la Tierra.

Martín y Olivia aceptaron emocionados, ansiosos por seguir explorando el espacio. Durante el viaje, Pedro les contó historias fascinantes sobre los planetas que habían visitado y les enseñó sobre las constelaciones en el cielo nocturno.

"¿Sabían que hay una constelación llamada "El Duende"?", preguntó Pedro sonriendo. Los ojos de Martín y Olivia se iluminaron de emoción al escuchar eso. "¡Eso es genial! ¡Somos parte del universo!", exclamaron al unísono.

Finalmente, la nave espacial llegó a la Tierra y Martín y Olivia se despidieron de Pedro con tristeza pero con gratitud por todas las experiencias maravillosas que habían vivido juntos. De regreso en el bosque encantado, los duendes compartieron sus aventuras con sus amigos.

Los animales quedaron asombrados por todo lo que habían aprendido sobre el espacio. Desde ese día, Martín y Olivia se convirtieron en los mejores guías para todos aquellos que deseaban conocer más sobre el universo.

Juntos organizaron excursiones astronómicas donde compartían conocimientos e inspiraban a otros a soñar en grande.

Y así fue como dos pequeños duendes traviesos se convirtieron en héroes del espacio, demostrando que no importa cuán pequeños sean, siempre pueden hacer grandes cosas si siguen su curiosidad y trabajan juntos para alcanzar sus metas.

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