Dylan Valentín y el Mar de los Deseos
Había una vez, en una pequeña ciudad costera, una pareja llamada Marcela y Javier. Aunque estaban muy enamorados, había un deseo que aún no había sido cumplido: ellos querían ser padres. Con cada día que pasaba, la tristeza se apoderaba un poco más de sus corazones. Por eso, una noche, mientras caminaban por la playa, decidieron pedir ayuda a la Reina del Mar.
"Querida Reina del Mar, por favor, ayúdanos. Deseamos con todo nuestro corazón tener un hijo", dijo Marcela.
Al pronunciar estas palabras, una suave brisa hizo que el mar chispeara como si sonriera. Fue entonces que una gran ola se levantó, y de ella emergió la sabia Reina del Mar, rodeada de peces de todos los colores.
"¡Oh, humanos!", exclamó la Reina. "Sus corazones son puros y su deseo sincero. Les concederé lo que anhelan, pero deben recordar siempre cuidar de la vida que traigan al mundo."
Cuando Marcela volvió a casa, se sintió algo mareada, como si algo mágico estuviera sucediendo dentro de ella. Con el tiempo, se dio cuenta de que estaba embarazada.
"¡Javier!", gritó emocionada. "Estoy esperando un bebé!"
La alegría llenó su hogar. Durante los meses siguientes, los antojos de Marcela eran bastante singulares. Tenía ganas de comer todas las frutas que encontraba, mientras que Javier solo podía pensar en helado de durazno.
"¡Qué antojo, querida!", se reía Javier mientras la acompañaba al mercado.
"No puedo evitarlo, ¡todas estas frutas me hacen sentir tan bien!", sonreía Marcela.
Finalmente, el 6 de octubre de 2021, llegó el gran día. En una cálida mañana, nació Dylan Valentín. Cuando lo sostuvieron en sus brazos, supieron que su nombre significaba "hijo del mar" y —"valiente" .
"Naciste rodeado de tanto amor, pequeño", dijo Marcela mientras acariciaba su cabeza.
Los días fueron mágicos mientras Dylan crecía. Cada vez que escuchaba las olas del mar, se quedaba mirándolo con fascinación. Sabía de alguna manera que tenía una conexión especial con él. Un día, mientras jugaba en la orilla, encontró una concha brillante que no había visto antes.
"¡Mamá, mira lo que encontré!", gritó emocionado.
"Es hermosa, Dylan. Parece que viene de un lugar muy especial", respondió Marcela, sonriendo.
Ese día, mientras el sol se ponía, Dylan hizo un deseo al mar.
"Deseo que todos los niños del mundo sean tan amados como yo", pensó en voz alta, sin saber que la Reina del Mar lo escuchaba desde las profundidades.
Esa noche, la Reina se acercó a él en un sueño.
"Pequeño Dylan, tu deseo ha tocado mi corazón. Siempre cuida de los demás y el amor que recibes crecerá por el mundo."
Despertó con una sonrisa, sabiendo que había hecho algo especial. Con el tiempo, Dylan se convirtió en un niño valiente y generoso, que siempre recordaba sus raíces. Ayudaba a sus amigos y compartía lo que tenía. La Reina del Mar estaba muy orgullosa de él.
Así, Dylan Valentín creció sabiendo que el amor es el regalo más grande, uno que se multiplica cuando se comparte. Y siempre, siempre, recordaba el día en que su familia pidió un deseo y le dieron la vida.
FIN.