Dylan y el dibujo mágico



En un pequeño pueblo llamado Villa Colores, vivía Dylan, un niño de seis años que destacaba por su amor hacia la pintura.

Desde muy temprana edad, descubrió su pasión por los colores y pasaba horas dibujando y coloreando en su cuaderno. Un día, la maestra les asignó una tarea especial: debían colorear un dibujo gigante para decorar el salón de clases. A Dylan le emocionó mucho la idea y se puso manos a la obra con entusiasmo.

Sin embargo, conforme pasaban las horas, se dio cuenta de que le estaba costando más tiempo del esperado terminar su parte del dibujo. El reloj marcaba la hora del recreo y Dylan todavía no había terminado.

Se sintió triste al pensar que no podría jugar con sus amigos en el patio como solía hacerlo todos los días. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba su dibujo a medio terminar.

Justo en ese momento, sus amigos Mateo, Valentina y Sofía se acercaron a él con una gran sorpresa. "¿Qué te pasa, Dylan? ¿Por qué estás tan triste?" -preguntó Valentina con preocupación.

Dylan les contó lo que le ocurría y cómo se sentía al no poder jugar con ellos. "¡No te preocupes, amigo! Nosotros te ayudaremos a terminar tu parte del dibujo para que puedas ir al recreo", exclamó Mateo con una sonrisa.

Los cuatro niños se pusieron manos a la obra y colaboraron juntos para completar el dibujo a tiempo. Cada uno tomó un pincel y empezaron a trabajar en equipo.

Mateo añadió detalles en el cielo azul, Valentina coloreó las flores del jardín, Sofía dio vida a los pájaros cantores y Dylan finalizó con su toque especial: un arcoíris brillante que cruzaba todo el paisaje. La maestra quedó impresionada al ver el hermoso trabajo realizado por los niños.

El salón lucía más radiante que nunca gracias al esfuerzo conjunto de Dylan y sus amigos. Al finalizar la jornada escolar, todos salieron al patio a disfrutar del merecido recreo. Dylan estaba feliz de haber contado con amigos tan especiales que siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente.

Desde ese día, Dylan aprendió que no hay problema demasiado grande cuando se tiene amigos dispuestos a brindar apoyo incondicional. Y así, entre risas y juegos bajo el cálido sol de Villa Colores, los cuatro amigos sellaron una amistad eterna llena de colorido y alegría.

FIN.

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