Echisl y el Bosque de los Sueños



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía un joven aventurero llamado Echisl. Echisl era curioso y siempre estaba en busca de nuevas experiencias. Un día, decidió explorar el famoso Bosque de los Sueños, un lugar mágico donde se decía que los árboles susurraban secretos y los animales hablaban.

Antes de partir, su abuela le advirtió:

"Echisl, el bosque es un lugar especial. Debes recordar que no todo lo que brilla es oro. Escucha a los árboles y a los animales, pero nunca olvides volver antes de que caiga la noche."

Echisl asintió con la cabeza, emocionado por la aventura que le esperaba. Con su mochila llena de provisiones, se adentró en el bosque. Los árboles eran altos y frondosos, y el canto de los pájaros sonaba como una melodía. Al poco tiempo, Echisl encontró un grupo de animales reunidos alrededor de un árbol enorme.

"¿Qué hacen aquí?" - preguntó, curioso.

"Estamos tratando de resolver un acertijo que el Gran Árbol nos ha planteado," - respondió un conejo blanco.

Echisl se acercó y escuchó atentamente. El Gran Árbol, con su voz profunda, dijo:

"Para poder disfrutar de la magia del bosque, deben encontrar la respuesta a esta pregunta: ¿Qué es lo más valioso que se puede compartir sin gastarlo?"

Los animales pensaron, pero no lograban encontrar la respuesta. Echisl, después de meditar un momento, levantó la mano.

"¡Es el conocimiento!" - exclamó, recordando las historias que su abuela le contaba.

"¡Correcto!" - rugió el Gran Árbol con alegría. "El conocimiento es lo único que crece cuando se comparte."

Los animales celebraron la respuesta de Echisl, y como recompensa, le ofrecieron un regalo especial: cada vez que compartiera una historia, los árboles del bosque florecerían aún más.

"Debes prometer que siempre compartirás y enseñarás a otros lo que aprendas," - dijo el búho sabio que estaba entre ellos.

"Lo prometo," - contestó Echisl con sinceridad.

Con el tiempo, Echisl regresó a su pueblo y comenzó a contar historias a los niños, compartiendo lo que había aprendido en el bosque. Cada vez que lo hacía, podía ver cómo los árboles del Bosque de los Sueños florecían y crecían más fuertes.

Un día, un grupo de aldeanos llegó a visitarlo, con un aspecto preocupado.

"Echisl, hemos estado escuchando rumores de que el Bosque de los Sueños se está marchitando. Nadie ha visitado el bosque en mucho tiempo," - dijo una maestra.

Echisl recordó las palabras de su abuela y la importancia de compartir el conocimiento. Decidió organizar una gran excursión al bosque.

"¡Vamos todos al Bosque de los Sueños!" - propuso.

El día de la excursión fue mágico. Los niños escuchaban con atención mientras Echisl les relataba las historias de los animales que había conocido. Pronto, todos comenzaron a contar sus propias historias, y el bosque pareció cobrar vida de nuevo.

Los árboles florecieron a su alrededor, y los animales salieron a celebrar. El Gran Árbol se acercó a Echisl y le dijo:

"Has traído la alegría y el conocimiento de vuelta. Cada vez que alguien cuente una historia, el bosque florecerá. Recuerda, compartir el conocimiento no solo ayuda a los demás, sino que también nutre tu propio corazón."

Echisl sonrió, sintiéndose satisfecho. Desde ese día, no solo se convirtió en el narrador del pueblo, sino también en un defensor del Bosque de los Sueños. Aprendió que cada historia compartida hacía crecer un poco más la magia del bosque y el amor entre la comunidad.

Y así, Echisl y su pueblo continuaron compartiendo historias y cuidando del bosque, recordando siempre que lo más valioso que tienen es el conocimiento que pueden ofrecer a los demás.

FIN.

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