Echizos y Magia en la Sala de las Maestras Jenny e Ivi



Era un día soleado en la escuela primaria "Mágica Aventura". Las maestras Jenny e Ivi estaban preparándose para una clase especial sobre el poder de la amistad y la creatividad. Jenny, con su cabello rizado y su risa contagiosa, estaba organizando algunos materiales sobre la mesa.

"Ivi, creo que esta vez nuestros alumnos van a disfrutar mucho con lo que tenemos planeado", dijo Jenny emocionada.

"¡Sí! Los hechizos de la amistad son una gran manera de aprender y divertirse al mismo tiempo", respondió Ivi, mientras colocaba unos libros de cuentos mágicos.

A la hora de clase, los niños entraron al aula, llenos de energía y curiosidad. Entre ellos, estaba Lucas, un niño inquieto y soñador.

"¡Hola, maestra Jenny! ¡Hola, maestra Ivi! ¿Qué haremos hoy?", preguntó Lucas, saltando de emoción.

"Hoy, chicos, vamos a crear nuestro propio hechizo de la amistad", explicó Ivi con una sonrisa.

Los niños miraron con sorpresa. Jenny les mostró una varita mágica hecha con cartón y purpurina.

"¿Listos para ser hechiceros por un día?", preguntó con entusiasmo.

Los niños asintieron con energía. Cada uno recibió una varita. Jenny y Ivi les explicaron que el hechizo consistía en una pequeña frase que debían inventar, algo que ayudara a fortalecer la amistad entre ellos.

"Pueden pensar en algo que les gustaría que sus amigos hicieran o alguna cualidad que admiren en ellos", sugirió Ivi.

Lucas se rascaba la cabeza, intentando encontrar las palabras adecuadas. De repente, se le ocurrió algo.

"Yo quiero que mi hechizo sea 'Unidos por las risas, juntos por siempre', porque me encantan nuestras risas", dijo con determinación.

Los demás niños comenzaron a compartir sus frases mágicas, creando un ambiente lleno de alegría y creatividad. Iván propuso: "Con amor y compañerismo, haremos todo juntos". Sofía, con su dulzura característica, dijo: "Que nunca falte la confianza en nuestras amistades".

Cada uno de los alumnos lanzaba su varita y pronunciaba su frase, como si de verdad estuvieran lanzando un hechizo. Sin embargo, al final de la clase, algo inesperado sucedió. De repente, una nube de glitter mágico flotó en el aire y empezaron a sentir un cosquilleo especial.

"¡Miren!", gritó Sofía, asombrada, señalando hacia el techo, donde una luz brillante comenzaba a brillar.

La magia de las palabras de los niños había cobrado vida. Pero entonces, la luz se volvió un poco más intensa y comenzó a afectar a la clase.

"¿Qué está pasando?", preguntó Lucas, asustado.

"No se preocupen!", dijo Ivi tratando de calmar a los alumnos. "La magia es potente, pero se puede controlar con amor y bondad en nuestros corazones".

"¿Y cómo hacemos eso?", inquirió Iván con inquietud.

"Podemos unir nuestras manos y concentrarnos en nuestras frases. ¡La amistad nos fortalecerá!", sugirió Jenny con confianza.

Los niños, aún temerosos, cerraron los ojos y comenzaron a repetir sus frases en voz alta, uniendo sus manos en un círculo mágico. A medida que repetían las frases, la luz comenzó a bajar de intensidad.

Finalmente, la magia se disolvió en una hermosa lluvia de brillo, dejando a todos los niños sintiéndose felices y conectados.

"¡Lo logramos!", exclamó Lucas, sintiendo un gran alivio.

"Sí, y esto nos enseña algo muy importante", dijo Ivi con una sonrisa. "La verdadera magia está en la amistad y en cómo nos cuidamos unos a otros".

"Nunca dejemos que nuestras diferencias nos separen. Siempre podemos encontrar algo en común", agregó Jenny.

Los niños aprendieron que, aunque a veces la magia puede ser un poco abrumadora, lo más importante es el amor y el respeto que tienen unos por otros. Salieron de la clase con la certeza de que su amistad era el verdadero hechizo que los unía para siempre.

FIN.

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