Ed y el Gol de la Valentía



Era un soleado día en el Parque Dino, y todos los dinosaurios estaban corriendo detrás de una pelota de fútbol. Ed, un pequeño dinosaurio, observaba desde lejos con una mezcla de admiración y miedo. "Me encantaría jugar, pero siempre me pone tan nervioso estar en la cancha", murmullaba para sí mismo.

A pesar de su amor por el fútbol, Ed nunca se atrevía a unirse a sus amigos. Siempre se quedaba mirando, soñando con hacer un gol mientras sus amigos reían y disfrutaban del juego.

Un día, mientras los dinosaurios jugaban un emocionante partido, uno de los jugadores, Toto, se resbaló y se lastimó. El árbitro miró alrededor y dijo, "¡Necesitamos a alguien más para completar el equipo!".

Los demás dinosaurios miraron a Ed, y uno de ellos, una Triceratops llamada Lola, lo animó a unirse. "Vamos, Ed, ¡es tu oportunidad! ¡Nos vendría bien tu ayuda!".

Ed, aunque temblando de nervios, decidió dar un paso hacia adelante. "Está bien...¡lo intentaré!".

Con su corazón latiendo rápido, Ed se unió al equipo. No podía creer que finalmente iba a jugar. "No tengo que hacer nada espectacular, solo divertirme", se repetía mientras se acomodaba en el campo.

Al principio, Ed estaba tan nervioso que se escondía detrás de sus compañeros, pero pronto se dio cuenta de que todos lo apoyaban.

"No te preocupes, Ed, ¡solo corre con la pelota!" gritó su amigo Sam, un Velociraptor ágil.

Con cada jugada, la confianza de Ed crecía poco a poco. Aunque le costaba un poco seguirle el ritmo a los demás, escuchaba los ánimos de sus amigos. "¡Vamos, Ed, vos podés!".

Fue entonces cuando llegó el momento decisivo: el marcador estaba empatado y quedaba poco tiempo en el partido. Todos estaban cansados, y fue entonces cuando Toto, el jugador que se había lastimado, le dio una idea a Ed. "Si me necesitás, solo hacelo, Ed. ¡Siento que vas a ser el héroe hoy!".

Ed sintió un cosquilleo en su estómago. "Yo puedo hacer esto" pensó.

La pelota llegó a sus patas. Estaba en el lugar adecuado y vio cómo el arco se abría ante él. Con la aliento de todos en su mente, Ed se preparó. Mientras se acercaba a la pelota, recordó cuánto había soñado con este momento. "¡Voy con todo!" gritó dentro de su cabeza.

Y, con toda la fuerza que pudo reunir, pateó la pelota con todas sus fuerzas. ¡Fue un tiro perfecto! La pelota voló veloz, muy lejos, y ¡GOOOOL! Ed había marcado el gol ganador.

Todos sus amigos saltaron de alegría. "¡Lo lograste, Ed! ¡Eres un genio!".

Ed no podía creer lo que había sucedido. Su timidez se desvaneció y una gran sonrisa iluminó su rostro. "¡Gracias, chicos! Nunca olvidé este día", dijo con alegría.

Desde ese día, Ed no solo aprendió a superar sus miedos, sino que también se convirtió en un jugador favorito en el Parque Dino. Cada vez que escuchaban a Ed decir, "Tengo miedo de jugar...", sus amigos le respondían, "¡Pero vos ya lo hiciste, Ed! Vamos a jugar juntos, ¡sos un campeón!".

FIN.

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