Edinson y el hada de las tareas
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Edinson. Edinson era conocido por ser muy leal y siempre estar allí para sus amigos cuando más los necesitaban.
Sin embargo, había algo que no le gustaba hacer: las tareas de la escuela. Edinson prefería pasar su tiempo libre jugando al fútbol con sus amigos o explorando aventuras en el bosque cercano a su casa.
Siempre encontraba una excusa para evitar hacer sus deberes escolares, lo cual preocupaba a sus padres y maestros. Un día, mientras caminaba por el bosque con su fiel perro Rocky, Edinson se encontró con una extraña criatura.
Era un duende verde con orejas puntiagudas y una sonrisa traviesa en su rostro arrugado. - ¡Hola! -exclamó el duende-. Soy Tito, el duende de las tareas escolares. He oído que no te gusta mucho hacer tus deberes. Edinson miró sorprendido al pequeño duende y asintió tímidamente.
- Sí, es cierto. Prefiero jugar y divertirme antes que hacer mis deberes -confesó Edinson-. Pero sé que está mal y me preocupa decepcionar a mis padres y maestros.
Tito miró a Edinson con curiosidad y dijo:- Entiendo tu dilema, pero debes saber que aprender también puede ser divertido si encuentras la manera correcta de hacerlo. Intrigado por las palabras del duende, Edinson decidió darle una oportunidad. Juntos caminaron hasta la cima de una colina donde había un viejo árbol.
Tito sacó una varita mágica y la agitó en el aire. De repente, el árbol cobró vida y se convirtió en un simpático profesor de matemáticas llamado Don Numerón. - ¡Hola, chicos! -saludó Don Numerón-.
¿Listos para aprender de manera divertida? Edinson y Tito asintieron emocionados. Durante horas, Don Numerón les enseñó a través de juegos y desafíos matemáticos.
Edinson descubrió que sumar, restar y multiplicar podían ser tan emocionantes como marcar un gol en un partido de fútbol. Después de las matemáticas, Tito llevó a Edinson al río cercano donde encontraron a la Señora Letra Flotante. Ella era una hermosa sirena que enseñaba lenguaje y gramática con canciones pegajosas y rimas divertidas.
Edinson se divirtió tanto aprendiendo sobre verbos, sustantivos y adjetivos que olvidó por completo su aversión por las tareas escolares. A medida que pasaban los días, Edinson comenzó a disfrutar cada vez más hacer sus deberes.
Descubrió que aprender no tenía por qué ser aburrido ni tedioso; podía ser emocionante e interesante si encontraba el enfoque correcto. El tiempo pasó rápidamente y llegó el final del año escolar.
Edinson recibió sus calificaciones finales con orgullo: había mejorado mucho gracias a su nueva forma de aprender. En la ceremonia de premiación, Edinson fue reconocido como el estudiante más dedicado del año. Sus padres estaban llenos de alegría y sus amigos lo felicitaron por su esfuerzo.
Edinson se dio cuenta de que ser leal a sus amigos no solo significaba estar allí para ellos en los momentos difíciles, sino también apoyarlos en su crecimiento personal.
Así que decidió compartir sus nuevas técnicas de estudio con sus amigos para ayudarlos a disfrutar del aprendizaje tanto como él. Y así, Edinson demostró a todos que la lealtad no solo se manifestaba en el juego o la amistad, sino también en el compromiso consigo mismo y con su educación.
A partir de ese día, nunca más volvió a dejar una tarea sin hacer y siempre buscó nuevas formas de aprender y divertirse al mismo tiempo.
FIN.