Edison y el Guardián del Día de San Juan
En un pequeño pueblo de la República Dominicana llamado Laguna Prieta vivía un niño curioso y travieso llamado Edison.
Desde muy chico, Edison mostraba interés por conocer las tradiciones y costumbres de su comunidad, siempre con una sonrisa en el rostro y muchas preguntas en la cabeza.
Un día, mientras paseaba por las calles polvorientas de Laguna Prieta, Edison escuchó a los vecinos hablar sobre la celebración del Día de San Juan, una festividad llena de colorido y alegría que se llevaba a cabo cada año en el pueblo. Intrigado por conocer más sobre esta tradición, decidió acercarse a Don Antonio, el anciano más sabio del lugar.
"Don Antonio, ¿podría contarme más sobre la celebración del Día de San Juan? ¡Me encantaría saber todo al respecto!", preguntó emocionado Edison. El anciano sonrió ante la curiosidad del niño y comenzó a relatarle la historia detrás de esta festividad tan especial.
Le explicó cómo las familias se reunían alrededor de una gran hoguera para compartir comida típica, cantar canciones folclóricas y bailar al ritmo de tambores tradicionales. Edison quedó maravillado con cada palabra que salía de los labios arrugados de Don Antonio.
Decidió entonces que quería ser parte activa de la celebración y contribuir con algo único para hacerla aún más especial.
Con mucho entusiasmo, el niño se puso manos a la obra y comenzó a recolectar ramas secas para preparar una hoguera aún más grande que las anteriores. También practicaba sus pasos de baile todas las tardes después de la escuela para sorprender a todos con su destreza en el festejo.
Llegado el día del Día de San Juan, Laguna Prieta estaba lista para celebrar con alegría y fervor. Las familias se reunieron alrededor del fuego crepitante, compartiendo risas, abrazos y platos típicos dominicanos.
Cuando llegó el momento del baile tradicional, todos quedaron asombrados al ver a Edison liderando la coreografía con gracia y energía desbordante. Su pasión por mantener viva la cultura local inspiró a los demás a unirse en un espíritu comunitario único.
Al finalizar la fiesta, Don Antonio se acercó a Edison con orgullo en sus ojos arrugados: "¡Has demostrado ser un verdadero guardián de nuestras tradiciones! Tu dedicación ha hecho brillar aún más nuestra querida Laguna Prieta".
Y así, entre abrazos y aplausos, Edison comprendió que preservar las costumbres ancestrales no solo era importante para honrar el pasado, sino también para tejer fuertes vínculos entre generaciones presentes y futuras en su amada comunidad. Desde ese día en adelante, siguió explorando nuevas formas de mantener vivo el legado cultural que lo definía como dominicano orgulloso.
FIN.