Eduardo y la magia de la bondad
Había una vez en un pequeño pueblo un niño travieso llamado Eduardo. Eduardo siempre se portaba mal en la escuela, molestaba a sus amigos y no hacía caso a la señora, la maestra de primer grado.
Un día, mientras jugaba en el patio del colegio, Eduardo empujó a su amigo Lucas y le quitó el juguete que estaba usando.
Lucas se puso triste y molesto, y se fue corriendo a contarle a la señora lo que había hecho Eduardo. La señora llamó a Eduardo y le dijo: "Eduardo, es importante ser amable con los demás y respetar a tus compañeros. Siempre es mejor compartir y jugar juntos".
Pero Eduardo solo hizo caso omiso de las palabras de la maestra y siguió molestando a sus amigos. Los días pasaron y cada vez más niños evitaban jugar con Eduardo por su mal comportamiento.
Se sentía solo y triste, sin entender por qué nadie quería estar cerca de él. Hasta que un día, durante el recreo, se acercó a un grupo de niños que estaban construyendo un castillo de arena. "¿Puedo ayudarlos?", preguntó tímidamente Eduardo. Los niños lo miraron sorprendidos pero decidieron darle una oportunidad.
Juntos comenzaron a construir el castillo, compartiendo ideas e divirtiéndose mucho. Al finalizar el recreo, los niños le sonrieron agradecidos a Eduardo por haberles ayudado. Ese día algo cambió dentro de Eduardo.
Se dio cuenta de que portándose bien podía tener más amigos y ser más feliz. Decidió disculparse con Lucas por haberlo empujado antes e invitó al grupo de niños a jugar juntos nuevamente al día siguiente.
A partir de ese momento, Eduardo empezó a comportarse mejor en la escuela. Escuchaba atentamente las indicaciones de la maestra, compartía sus cosas con los demás niños y siempre estaba dispuesto a ayudar cuando alguien lo necesitaba.
Pronto descubrió que al ser amable y respetuoso con los demás, se sentía mucho mejor consigo mismo. Tenía más amigos con quienes reírse y compartir momentos divertidos en el colegio.
Y así fue como Eduardo aprendió una valiosa lección: que ser bueno con los demás no solo te hace ganar amigos sino también te llena el corazón de alegría. Desde entonces, se convirtió en uno de los alumnos más queridos del colegio gracias a su cambio positivo.
FIN.