Edvard y la Aventura en el Bosque de Løten
En un rincón frío y solitario de Noruega, en un pequeño pueblo llamado Løten, nació un niño llamado Edvard. Desde pequeño, Edvard fue conocido por su curiosidad infinita y su amor por las aventuras. Por las mañanas, corría por los prados verdes y por las tardes exploraba el denso bosque que rodeaba su hogar.
Un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, encontró una piedra brillante.
"¡Mirá esto, Lila!" -gritó emocionado a su hermana, que venía detrás de él.
Lila, una niña un poco más joven que Edvard, se acercó corriendo.
"¡Es hermosa! ¿Qué creés que es?" -preguntó, sus ojos resplandecían con la luz del sol.
"Creo que es una piedra mágica. ¡Podría llevarnos a un mundo de aventuras!" -respondió Edvard con emoción.
Ambos decidieron llevar la piedra a casa y pedirle a su abuelo que les contara más sobre ella. Cuando se la mostraron, él sonrió y dijo:
"Esa es una piedra especial que pertenecía a los ancianos del pueblo. Se dice que trae buena fortuna a quien la posea, pero solo si se usa para hacer el bien."
Edvard pensó en la posibilidad de usar la piedra para ayudar a los demás. Al día siguiente, mientras caminaba por el pueblo, notó que la señora Ingrid, la panadera, tenía problemas para llevar sus canastas llenas de pan.
"¡Hola, señora Ingrid!" -dijo Edvard-. "¿Puedo ayudarla?"
La señora Ingrid sonrió y dijo:
"¡Oh, Edvard! ¡Sería de gran ayuda! No sé qué haría sin ustedes, los niños del pueblo."
Mientras ayudaba, Edvard se acordó de la piedra mágica y decidió compartirla con Lila.
"Podemos usar la piedra para hacer más cosas buenas. ¡Imaginá cuántas personas podríamos ayudar!" -exclamó.
"Sí, y podríamos ayudar a los animales también" -añadió Lila entusiasmada.
Así que los hermanos se embarcaron en una misión. Ayudaron a los ancianos a cruzar la calle, limpiaron el parque y, en su camino, comenzaron a notar pequeñas cosas en el bosque que nunca habían visto antes: un nido de pájaros escondido en un arbusto, un arroyo lleno de coloridos pececitos.
Un día, mientras exploraban aún más el bosque, escucharon un llanto entre los árboles. Se acercaron y encontraron a un pequeño ciervo atrapado en unas ramas.
"¡Pobrecito!" -dijo Lila con tristeza."¿Cómo lo ayudamos?"
"Vamos, juntos podemos sacarlo" -respondió Edvard decidido.
Trabajando en equipo, lograron liberar al ciervo, que se alejó saltando feliz.
"¡Hicimos algo bueno!" -gritó Lila.
"Y la piedra, creo que también siente cosas. ¡Mirá, brilla más!" -dijo Edvard, observando cómo la piedra resplandecía con mayor intensidad.
Al regresar a casa, los niños compartieron su día con sus padres, quienes se sintieron orgullosos de ellos. La gente del pueblo empezó a hablar sobre las buenas acciones de Edvard y Lila, y poco a poco, el pueblo comenzó a unirse. Todos empezaron a ayudarse entre sí.
Sin embargo, un día, la piedra desapareció misteriosamente.
"¿Dónde estará?" -preguntó Lila, asustada.
"No lo sé, pero creo que tenemos que seguir ayudando a los demás, con o sin la piedra" -dijo Edvard con determinación.
Así, los hermanos continuaron con su misión, y aunque a veces se sentían tristes por la ausencia de la piedra, comprendieron que la verdadera magia estaba en sus acciones y en cómo hacían sentir a la gente.
Y un día, mientras recogían flores para llevar a casa, encontraron la piedra nuevamente, pero ya no brillaba de la misma manera.
"¿Por qué brilla menos?" -preguntó Lila.
"Tal vez porque ya no la necesitamos para hacer el bien. La verdadera magia son nuestras acciones" -respondió Edvard.
Con el tiempo, Løten se convirtió en un pueblo lleno de vida, donde los vecinos se ayudaban mutuamente, y lo mejor de todo es que Edvard y Lila habían aprendido que la verdadera aventura está en dar y ayudar a los demás. Y así, cada año, los niños del pueblo celebraban un día de la amistad, donde todas las buenas obras que hacían dejaban su huella en el corazón de cada uno.
El brillo de la piedra permaneció en su memoria como un recordatorio de que la magia viene del amor y la bondad compartida.
FIN.