Eithan y el gran torneo de pelotas
Eithan era un niño de siete años con una sonrisa que iluminaba cualquier lugar en donde estaba. Tenía un cabello rizado y alborotado que parecía tener vida propia. Su amor por el fútbol era evidente: cada vez que tenía una pelota en los pies, un mundo nuevo se abría ante él.
Los fines de semana, Eithan se reunía con sus amigos en el parque para jugar al fútbol. Cada uno traía su pelota favorita, y la diversidad de colores y tamaños hacía del juego un verdadero espectáculo. Entre risas y gritos, pasaban horas corriendo detrás de la pelota, disfrutando de cada momento.
Un día, una noticia emocionante llegó al barrio: "¡Habrá un gran torneo de fútbol en el parque!"-, anunció el maestro de educación física, el señor Rodríguez, mientras los chicos se amontonaban alrededor de él. "Los equipos se formarán en el momento, y habrá premios para los ganadores"-.
Eithan, emocionado, corrió a casa. "¡Mamá, mamá! ¡Voy a participar en el torneo de fútbol!"- Le dijo.
La mamá de Eithan sonrió, "Me alegro mucho, hijo. Pero recuerda que lo más importante no es ganar, sino jugar limpio y disfrutar"-.
Con una pelotita de colores en la mano, fue a buscar a sus amigos para formar un equipo. "¡Chicos! ¡Hagamos un super equipo!"- Exclamó Eithan.
Las siguientes semanas, los pequeños entrenaron duro. Aprendían a pasar, a defender y a hacer goles. Eithan, además de ser un gran jugador, demostraba ser un excelente líder. Siempre animaba a sus amigos, "¡Vamos, chicos! ¡Podemos hacerlo!"-
El día del torneo llegó. El parque estaba lleno de niños y sus familias. Eithan se sintió un poco nervioso al ver a los otros equipos, pero recordó las palabras de su mamá. "Lo importante es disfrutar"-. Con esa idea en mente, se plantó en el campo.
El primer partido fue duro, pero Eithan y su equipo, Los Balones Rápidos, lograron avanzar a la semifinal. "¡Vamos! ¡Lo estamos haciendo muy bien!"- gritó Eithan mientras corría por la cancha.
Sin embargo, en la semifinal, se encontraron con un equipo muy fuerte que había ganado todos sus partidos. Eithan, al mirar a sus amigos, notó que se veían un poco desanimados. "Chicos, recuerden que lo principal es jugar juntos. Si ganamos, bien. Si no, también estamos disfrutando. ¡Vamos a dar lo mejor de nosotros!"-
El silbato sonó y el partido comenzó. Cada uno dio lo mejor de sí, pero al final, el otro equipo ganó. Eithan abrazó a sus amigos y les dijo: "No importa que hayamos perdido, jugamos muy bien. ¡Estoy orgulloso de ustedes!"-
Sus amigos sonrieron, aún habían disfrutado cada momento. En ese instante, el maestro Rodríguez se acercó con algo en la mano. "Chicos, tengo una sorpresa para ustedes"-.
Eithan y los demás miraron con curiosidad mientras el maestro abría una bolsa. Sacó una pelota brillante y colorida. "No han ganado el torneo, pero sí se han ganado el premio al mejor equipo por su compañerismo y juego limpio"-.
Eithan saltó de alegría. "¡Miren lo que tenemos!"- gritó mientras todos aplaudían.
El señor Rodríguez dijo: "Recuerden que cada experiencia en la vida es una oportunidad para crecer. A veces, ganar no es lo más importante, sino lo que aprendemos de cada situación"-.
Eithan regresó a casa con una sonrisa aún más grande que cuando llegó. Su mamá lo abrazó. "Estoy orgullosa de ti, Eithan"-.
Desde esa experiencia, Eithan formó una nueva filosofía: se divertiría jugando al fútbol, ganara o no, y siempre buscaría jugar limpio.
Y así, con su nueva pelotita colorida y el apoyo de sus amigos, Eithan continuó disfrutando de su deporte favorito, recordando siempre que lo más hermoso del fútbol era la amistad y el trabajo en equipo.
FIN.