El Abejorro Valiente y las Flores de la Ceiba



En una pequeña institución educativa rural llamada La Ceiba, había un jardín llenísimo de flores de todos los colores y tamaños. Las margaritas eran amarillas como el sol, las rosas rosadas como el atardecer y las violetas con su misterioso tono. Pero no solo las flores llamaban la atención; también había un grupo de abejorros que zumbaban felices entre las hojas.

A pesar de la belleza del jardín, había un abejorro llamado Benny que se sentía diferente. Todos los abejorros se fanfarroneaban de su vuelo y de cómo podían hacer que las flores se abrieran aún más. Sin embargo, cuando Benny intentaba acercarse a alguna flor, los otros abejorros lo ignoraban o le decían:

"No, no, Benny. No queremos que nos acompañes. Solo queremos ver a Bea, la abeja colorida que siempre trae dulces y brilla al sol."

El pobre Benny se sentía triste, ya que no entendía por qué no lo aceptaban. Él solo quería ser amigo de todos y sumarse a sus juegos, pero cada intento era frustrado.

Un día, mientras volaba por el jardín, Benny decidió que iba a demostrarles a todos que podía ayudar. Se acercó a un grupo de flores que estaban un poco marchitas debido a la falta de polen. En ese momento, Benny comenzó a zumbir suavemente.

"¡Hola, queridas flores! Soy Benny, y me gustaría ayudarles a florecer de nuevo. Quizás, si me dejan, podría llevarles un poco de polen."

Las flores, intrigadas, respondieron:

"¿De verdad crees que podrías ayudarnos, Benny? Los otros abejorros nunca lo intentan porque solo quieren que Bea venga."

Benny, lleno de determinación, empezó a agitar sus alas con gran fuerza y se introdujo en el centro de las flores. Poco a poco, las flores comenzaron a abrirse, y su fragancia se esparció por todo el jardín. Los otros abejorros, atónitos por lo que veían, se acercaron también.

"¿Pero qué está pasando? ¡Mirá cómo están floreciendo!" - exclamó uno de ellos.

Benny sonrió de oreja a oreja y les dijo:

"Es tan simple como querer ayudar. Si dejáramos de lado nuestros miedos y prejuicios, podríamos lograr mucho más juntos."

A medida que Benny continuaba trabajando, los abejorros empezaron a darse cuenta de que su magia no estaba en brillar como Bea, sino en la buena voluntad que mostraba al ayudar a las flores.

Con el paso de los días, el jardín se llenó de colores vivos y aromas dulces. Atrapados por su encantadora labor, los abejorros empezaron a unirse a Benny. Juntos formaron un equipo de trabajo, y aunque Bea llegó a visitarlos, ya no era la única en el jardín que brillaba con luz propia.

"¡Benny!" - dijo una de las flores "Gracias por mostrarnos que la verdadera amistad está en ayudar y compartir."

Todos los abejorros, ya no solo admirando a Bea, comenzaron a aplaudir a Benny por su valentía, su bondad y su esfuerzo.

Ahora, cada vez que volaban, Benny llevaba consigo un montón de buenas intenciones. El jardín de La Ceiba se transformó en un lugar donde todos se aceptaban y ayudaban mutuamente, olvidando esa idea de que solo debían buscar a Bea.

Desde ese día, todos los habitantes del jardín sabían que en la diversidad de habilidades, colores y formas había una belleza única, y que cada uno, sin importar su forma, podía contribuir de una manera especial. Benny, el abejorro valiente que solo quería ayudar, se convirtió en el héroe del jardín y en un buen amigo para todos.

FIN.

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